No me preguntes por qué (porque ni yo misma lo entiendo), pero nunca había entrado al Museo Van Gogh en Ámsterdam, a pesar de ser un pintor al que admiro muchísimo, no solo por su arte, sino por su lucha contra sus enfermedades mentales. Tal vez influyó que ya había visto muchas de sus obras en otras ciudades, que antes de la pandemia siempre estaba llenísimo el museo o que cada vez que iba a Ámsterdam era solo por unas horas. No puedo justificarme, cometí un error grande.
El museo te da una experiencia muy emocionante porque no solo vas apreciando sus obras, sino que también vas conociendo más a fondo cómo se sentía y sobre sus trastornos mentales. Me llamó la atención (y me dio mucho sentimiento) el que él mismo se internara en clínicas y también se levantara mediante su pasión por el arte.
Admiro que haya sido autodidacta, que fuera un gran dibujante también y cómo reconocía él mismo cuando hacía un buen trabajo. Me llamó la atención que a pesar de todos sus problemas, fuera tan seguro de él mismo al halagar algunas de sus obras, indicando que era lo mejor que había pintado.
También me gustó que cuando viajara, se diera cuenta que el tipo de arte que estaba haciendo era pasado de moda y empezara a transformar su arte a algo totalmente diferente. Basta comparar “Los comedores de papa” con su famosa “Noche estrellada” y solo hay 4 años de distancia entre ellas. A pesar de todo tuvo la capacidad de reinventar su trabajo.
Algunos de sus cuadros fueron pintados mientras estaba internado, qué difícil que aún dentro de su encierro, él siguiera encontrando la belleza en lo que veía a través de su ventana y la plasmara en sus cuadros. Especialmente me conmovió mucho la historia del “Almendro en flor”, el cual le pintó a su sobrino de la emoción al enterarse que había nacido, mientras él se encontraba recluido en un hospital.
En el museo también puedes ver el último cuadro que estaba pintando cuando él mismo se dio el tiro en el pecho, que le llevó a la muerte dos días después.
La mujer que lo inmortalizó
A lo largo de la colección se destaca su historia familiar, en especial la relación con su hermano Theo, quien lo apoyó moral y económicamente durante muchos años. Pero hubo una figura a la que realmente hay que aplaudir, que fue su cuñada Johanna van Gogh-Bonger, quien fue la responsable de que el mundo sepa hoy en día quién fue Vincent van Gogh.
Jo, como era llamada, enviudó joven y con su hijo Vincent aún muy pequeño, ya que Theo falleció seis meses después que su hermano, trabajó para que el trabajo de Vincent no se perdiera y fuera reconocido mundialmente. También arregló que ambos hermanos fueran sepultados juntos. Fue además una feminista que se involucró en movimientos por los derechos de las mujeres.
Me hubiera encantado encontrar libros de ella en la librería del museo, pero no fue así, aunque averigüé y vi que se escribió hace poco una biografía sobre ella escrita por Hans Luitjen, investigador del museo, pero solo está en neerlandés. Una lástima que no se le reconozca más a la mujer que lo inmortalizó.
Entiendo que cuando visitas solo por un día una ciudad tan hermosa como Ámsterdam, es normal que quieras recorrer sus calles, ver su arquitectura y su estilo de vida, antes de invertir varias horas en un museo. Pero no cometas los mismos errores que yo: 1. No quedarse más de un día. 2. No ir al menos a uno o dos de sus museos.
Me despido contándote un secreto: ¡me faltó el Rijksmuseum! Ya lo anoté para la próxima…
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