Desde 1920 el muralismo ha formado una parte esencial en la historia del arte mexicano. Grandes artistas plasmaron en muros la realidad de su época, inmortalizando a personajes históricos, revelando los cambios políticos, las desigualdades sociales, las raíces de una nación y los eventos de impacto mundial. Un tipo de arte que siempre ha estado al alcance de todo el pueblo.
Con el paso de los años el muralismo ha ido cambiando y ahora, un siglo después, sigue siendo una forma de expresión. De hecho en muchas ciudades del mundo se está utilizando ese muralismo urbano para la transformación de áreas vulnerables.
Sin embargo muchos aún asocian el arte urbano principalmente con artistas masculinos, pero déjame decirte que ya hay muchas mujeres que están dejando huella en el mundo, tal como es el caso de la artista mexicana Ane Alvarez, que radica en Cancún y ha pintado sus murales en México y en distintos países como Finlandia, España, Alemania, Italia y Austria. Recientemente ganó un premio en Italia, siendo la única mujer -de seis ganadores-, que lograrán pintar en la Cerdeña.
Como me encanta el arte urbano y conocer historias de mujeres que van detrás de sus sueños, no podía dejar de entrevistar y compartir en este blog la historia de Ane.
¿Cómo empezaste tu carrera en el muralismo urbano?
Inicié por coincidencia, sin pensar que iba a hacer murales. Pintando llevo como 5 años y empecé con lienzos. A principio estudié la carrera de Artes Plásticas, pero por seis meses, después me cambié de carrera. Terminé Diseño de Modas y bueno, termino la carrera y empiezo a buscar trabajo, pero me di cuenta que no era lo que realmente me gustaba, lo que realmente quería. Entonces empiezo a pintar, retomé la corriente de artes plásticas pero por mi cuenta. En Cancún un amigo tenía un restaurante que estaba remodelando y me dijo ‘oye tengo una pared blanca por qué no me pintas algo’ y le dije no tengo ninguna experiencia pintando en mural y me dijo ‘no importa, tú dale, no pasa nada, tú tienes la pared para hacer lo que tú quieras’. Entonces así empecé, atreviéndome a hacer el mural como yo más o menos creía.
Aprendí mucho haciendo ese mural porque es diferente trabajar en grande que trabajar en pequeño y la superficie también es diferente. Después de eso, como me muevo mucho en redes sociales y seguía a algunos muralistas, empecé a hablar con un artista que es mexicano pero vive en Canadá y resultó que este artista gestiona festivales de arte internacional. Vio mi mural, le gustó y platicando conmigo me invitó a la siguiente edición de festivales que iba a hacer y de ahí ya salieron cosas un poquito más grandes.
¿Es difícil para una mujer entrar en el mundo del arte urbano?
Fíjate que sí, creo yo, hay más muralistas conocidos hombres que mujeres; sí hay muchas mujeres y de hecho muy buenas. Pero una de las cosas interesantes que he vivido siendo muralista mujer es que por ejemplo cuando estoy trabajando en un muro -me pasa mucho aquí en México-, estoy pintando en la calle, en un lugar abierto donde pasan las personas y te pueden ver, naturalmente se acerca gente a ver qué estás haciendo, te preguntan cosas, de repente hasta te dicen ‘oye ¿te ayudo?’, pero una de las cosas curiosas que me pasa es que si está un hombre al lado mío, ya sea porque está viendo o está ayudando, la gente automáticamente piensa que el proyecto es del hombre, no mío.
Aunque yo tenga la brocha en la mano, aunque yo esté pintando, se acercan al chavo y le preguntan ‘oye ¿es tuyo?’ ‘¿cuánto cobras?’ o cualquier cosa, pero como si yo fuera la ayudante. Eso sí me pasa mucho y es frustrante porque automáticamente asocian como el líder, el dueño del proyecto o la persona que está a cargo con el rol masculino. Pero siempre que me pasa eso, me acerco a la persona y trato de explicarle que yo soy la que lo está haciendo ¿por qué no podría hacerlo?
Hoy en día existe esta tendencia mundial de rehabilitar zonas abandonadas o vulnerables y transformarlas a través del arte urbano, donde se rinde honor a personalidades, se usa como crítica social o para llevar mensajes positivos a la comunidad ¿cuál es el mensaje que buscas transmitir con tu arte?
A mí me gusta mucho trabajar con culturas y tradiciones mexicanas. Resaltar los valores de tribus que no se conocen mucho o algo de valor cultural de México. Cuando lo hago en México me gusta hacerlo de ese tipo, por ejemplo en Monterrey hice el de un indio de la tribu Kikapú. El chiste era resaltar una cualidad de la cultura propia de Monterrey o del norte de México, pero hice toda la investigación y me di cuenta que no había mucha documentación de las tribus nativas del norte de México e investigando un poquito más, me di cuenta que muchas de las tradiciones que se conocen como norteñas o regias -los sombreros, los pantalones de gamuza, la carne seca-, vienen de tribus nativas americanas (Comanches, Apaches, Kikapú).
Los Kikapús son de las pocas tribus que tienen doble nacionalidad de Estados Unidos y México; la mayoría vive en Estados Unidos pero por ejemplo los centros ceremoniales los tienen en Coahuila, entonces tienen libre paso entre las dos naciones. Se me hizo súper interesante porque unes dos países vecinos con una cultura que no conocemos o al menos no está tan documentada en los libros de historia. Entonces eso (el mural) lo hice para que la gente se preguntara por qué puso un indio que normalmente se asocia con Canadá o Estados Unidos, pero no con México. No es nativa mexicana pero si es parte de la cultura mexicana que todos conocemos.
Todo lo que conocemos como norteño tiene sus raíces así, por ejemplo la carne seca, las tribus Apache, Comanche y demás, así comían, secaban su carne y como eran nómadas la iban llevando y era más fácil para comerla, de ahí se quedaron las raíces y ahorita conocemos la machaca, que es tan mexicana, pero que realmente viene de ahí.
Cuando voy al extranjero me gusta hacer lo mismo pero con cosas culturales de ese país, como homenaje al país que estoy visitando. Por ejemplo en Nápoles pinté a Sophia Loren que es como un ícono de la cultura de Italia. En Finlandia pinté a dos estrellas del cine finlandés de los años 30-40 para que la gente se identificara; porque puedo llevar algo mexicano y va a llamar la atención pero va a ser un poco ajeno a su cultura. Entonces me gusta llevar un poco de México pero también resaltar la cultura de donde me están recibiendo.
A lo mejor agregar elementos mexicanos. Por ejemplo en Alemania hice como un mix de culturas que pinté para una tortillería mexicana. Pinté el puerto de Hamburgo que es muy famoso, con el que la gente se identifica mucho, pero le metí elementos mexicanos como una piñata, una trajinera, papel picado, entonces estuvo interesante porque hice las dos culturas y los alemanes se identificaban con el puerto y con los barcos y decían ‘¿qué es eso?’ con la piñata ‘¿qué elementos son esos que no conocemos?’
Y ¿cómo es el proceso, eliges la ciudad y el espacio donde vas a pintar y a partir de ahí empiezas trámites?
Hay de todo, cuando empecé a salir de México para pintar, dije ‘yo quiero salir, quiero pintar en otro lado a ver cómo le hago’, entonces armé todo un proyecto por los países que yo quería ir y empecé a buscar patrocinadores, pero no funcionó. Contacté embajadas, fundaciones, patrocinadores de pintura, todo. No me funcionó, pero me dio pie a estar abriendo puertas y viendo por donde me podía meter. Por ejemplo en Finlandia encontré un festival de arte y les escribí y ellos me dijeron ‘sabes qué, sí queremos porque tenemos este proyecto, pero lo único con lo que no te podemos ayudar es con el boleto de avión, si consigues la manera de venir, nosotros ya te podemos ayudar acá, te ponemos todo’. Y dije si nada más es el vuelo, pues ya veo yo cómo.
De ahí todo se fue alineando. Después me llamó un amigo que tiene una tortillería en Alemania y me dijo ‘oye Ane vi que vas a estar por acá -porque obviamente si cruzaba hasta Europa me iba a quedar más tiempo-, estoy abriendo la fábrica nueva y quiero que pintes algo afuera’. Y luego otro artista que nomás conocía por redes sociales me dijo ‘estoy en Austria y voy a trabajar en un proyecto, por qué no te vienes acá y me ayudas’. En España, tengo familia y tengo una amiga que es ilustradora y colaboramos en otro proyecto juntas. Italia me encanta, me fui ahí y de las comunidades que se organizan entre vecinos, me contrataron para hacer un mural para un vecindario y así fueron saliendo cosas.
Entonces los proyectos que me salen es porque yo los busco a través de festivales de arte, convocatorias o la gente me llama, ya sea de empresas privadas o iniciativas de gobierno. Depende, al menos en México ya me están llamando más empresas privadas. Por ejemplo en Monterrey el último mural que hice fue para el Instituto Municipal de las Mujeres Regias.
Creo que lo más importante es que tu te muevas y empieces a hacer las cosas por ti y ya después te van conociendo y llamando más.
¿Cuál es el reto más fuerte que has enfrentado para poder pintar un mural?
En cuestión técnica el más difícil fue el de Monterrey, el del hombre Kikapú, porque fue el segundo mural de toda mi vida y es el más grande que he hecho. Es el que más me ha gustado. Fue un reto grande porque yo no tenía tanta experiencia y fue también en el que más aprendí. Fue durante el festival al que me invitó el artista que gestiona todo esto, éramos 20 artistas de todo el mundo, canadienses, brasileños, sudafricanos, italianos y pude aprender mucho de cada uno. Fue como un curso intensivo de muralismo para mí. Si no hubieran estado los demás yo creo que no hubiera podido hacer el mural como lo hice, porque en el proceso fui aprendiendo de cada uno. Fue el reto y también el aprendizaje más grande.
¿Cuánto tardaste por ejemplo en hacer ese mural del que hablas (el de la foto principal de este artículo)?
Entre 10 y 15 días.
Como viajera ¿cuáles han sido tus lugares favoritos para pintar, los que más te han inspirado?
El país que más me gusta -después de México obvio- es Italia, por el arte, la gente, los paisajes, el mar. De los lugares más bonitos está Nápoles, Roma, las ciudades italianas importantes. Después de Italia me gusta mucho España. Bueno hablando de viajes, porque he viajado mucho no solo con el arte, a mí me encanta viajar, desde chiquita mis papás cada vez que podían nos sacaban de viaje.
¿Cuál es tu sueño? ¿En qué lugar te gustaría pintar?
Me gustaría pintar donde no he pintado y donde no conozco. En Grecia porque me gusta mucho y en Asia porque no conozco y me llama mucho la atención. Por ejemplo en marzo me iba a ir a Australia un tiempo y de ahí me saltaría a Tailandia, Vietnam, Filipinas, todo eso, pero por el Covid no se pudo. Está todavía en pausa.
Y hablando de sueños, ya para concluir, como artista y como mujer, inspiras a muchas, qué mensaje les puedes enviar para que vayan por sus sueños por muy complejos que sean.
Yo les diría que crean en ellas mismas, que no se dejen limitar por ideas que tenemos como sociedad, que normalmente hacia las mujeres -al menos en México- son como más limitantes; o sea “tienes un rol y lo tienes que seguir porque es lo que te toca”. Yo les diría que no tengan miedo de cuestionarse ese rol. Si tienen un sueño, que sea algo que genuinamente quieren hacer, no porque alguien les dijo que lo tienen que hacer. Yo siempre pienso que todas las inquietudes que tenemos, aunque parezca que no están conectadas, realmente si lo están, a lo mejor ahorita no entiendes por qué te está llamando algo la atención, pero a lo mejor al final está conectado con tu objetivo de vida o con tu misión en la vida. Todo lo que hace vibrar tu yo interior, tus pasiones, te están llamando, por algo te están tocando la puerta. Yo les diría que hagan caso y se atrevan a seguir eso que les gusta.
Foto principal del artículo © Yoshitaro Yanagita. La pintora con su mural Kikapú en Monterrey, ubicado afuera de la Biblioteca Benjamin Franklin.
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