Aunque odio los estereotipos es inevitable viajar a Medellín y no pensar en todo lo que esa ciudad ha sufrido a causa del narcotráfico. Y aunque la ciudad es muy bonita y más cosmopolita de lo que había imaginado, hubo un lugar que me sorprendió bastante por su transformación, sobre todo si se toma en cuenta que era la cuna de los sicarios en la época de Pablo Escobar. Estoy hablando de la Comuna 13 San Javier.
Si buscamos la definición de resiliencia en la Real Academia de la Lengua Española encontraremos lo siguiente: “Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. Son muchas las ciudades en donde los ciudadanos gracias a esa capacidad de adaptación, logran enfrentar situaciones adversas como las de vivir o sobrevivir a un entorno violento. Lo que está sucediendo en la Comuna 13 es el ejemplo perfecto.
Para entender un poco la transformación de este lugar, hay que conocer sus orígenes. La Comuna 13 es un barrio marginal de unas 160 mil personas, que forma parte de las 16 comunas ubicadas en las colinas en la periferia de Medellín. Donde había y sigue habiendo mucha pobreza, donde habitaban sicarios, miembros de grupos guerrilleros, del Cártel de Medellín y que llegó a ser uno de los puntos más peligrosos a nivel mundial.
Años atrás podía costarte la vida el simple hecho de cruzar de una calle a otra por la violencia extrema y las rencillas entre grupos armados. Por ejemplo hay una cancha de futbol donde ahora vimos a niños jugando y hasta han grabado videos musicales, pero en el pasado llegaron a jugar con cabezas humanas ahí mismo en el sitio donde estábamos parados.
También es un lugar que ha sufrido mucho no solo por Pablo Escobar, sino por los operativos militares que llevaban a enfrentamientos entre guerrilleros y militares. Los residentes estaban habituados a sobrevivir.
Hoy en día puedes caminar y conocer de la mano de numerosos tours que te llevan hasta esa zona para mostrarte cómo están transformando el barrio con negocios familiares, inversión gubernamental, hermosos murales de artistas urbanos y presentaciones artísticas, porque si algo ha servido para transformar poco a poco la comuna es precisamente el arte y la cultura.
Lo primero que hicimos fue contactar a AIC Tour Medellín, que ofrece un tour increíble gratuito, funciona a base de propinas y lo más importante es que vas guiado por alguien de la misma comuna, que te va a contar todas las historias de primera mano. Así que acudimos a nuestra cita en una estación de metro y de ahí nos llevaron en autobús público a la comuna.
Tuvimos mucha suerte no solo por Yhonatan que fue un excelente guía, sino porque nos tocó un grupo muy divertido. Y es que la parte más bella de esta experiencia es que a lo largo del recorrido de unas cuatro horas, vas realmente conviviendo con los del tour y con la gente local, que era lo que queríamos.
Conforme íbamos avanzando por las calles empinadas, parábamos a analizar los coloridos murales de diversos artistas locales e internacionales que han participado en esta transformación, teniendo como condición el plasmar algo relacionado con la comuna.
El primer negocio que visitamos fue Cremas Doña Alba, una heladería donde hacen unas paletas de hielo “cremas” deliciosas y a las que curiosamente les puedes echar chile en polvo tajín, porque según nos contaron, otros mexicanos les compartieron el gusto y les han llevado el chile (ya prometí llevarles chamoy cuando regrese ;-)).
Las casas y tiendas del barrio están postradas sobre la colina, pero para facilitar el ascenso, construyeron unas modernas escaleras eléctricas gratuitas que te llevan hasta la cima. Conforme íbamos subiendo, Yhonatan nos iba explicando los murales, contando historias de la comuna, algunas tristes, otras aterradoras, pero la mayoría positivas, porque lo que buscan es dejar a un lado el amarillismo y destacar cómo están haciendo para salir adelante y cambiar su entorno.
Visitamos las galerías de los principales artistas urbanos de la comuna y también fuimos deteniéndonos a ver las presentaciones de artistas callejeros que nos alegraron la tarde con breakdance y rap. Esos chicos raperos tenían tanta chispa que con la poca información que nos preguntaron, como nuestra nacionalidad y palabras típicas de nuestros países, hicieron una batalla entre ellos de canciones improvisadas que nos dejaron boquiabiertos.
Como es de imaginarse desde lo alto obtuvimos vistas muy bonitas de Medellín y con el calor que nos tocó, nos sentamos en una esquina a tomarnos unas cervezas mientras conversábamos con la señora del puesto.
Conocimos gente encantadora, súper trabajadora, que sobrevivió a la violencia, incluyendo a una pareja ya mayor, de los pioneros en empezar este movimiento por rescatar a su comuna. Fue muy emocionante que nos compartieran sus historias y nos abrazaron cuando nos despedimos, dejándonos con el nudo en la garganta.
También me encantó la agencia AIC Tour porque es una empresa familiar que creció en la comuna. Como les comentamos que tenemos agencia de viajes, después del tour nos quedamos un buen rato conversando con ellos, caminando y comiendo más cremas de mango. Me quedé con un hermoso recuerdo de esa familia a la que prometimos contactar cuando regresáramos a Medellín “para tomar unas cervezas y bailar ahí en la comuna”.
Finalmente llegó la noche y curiosamente no nos sentimos inseguros de estar ahí. Como teníamos que esperar varios minutos a que pasara el autobús que te lleva al metro, nos metimos a una tienda pequeña de abarrotes, compramos unas cervezas y nos sentamos en unas mesas que tenían en la banqueta a esperar a que llegara el autobús, felices, recordando los momentos más emocionantes que habíamos vivido esa tarde en la Comuna 13.
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