No hay rincón de este hotel boutique que no guste al viajero. Un palacete del siglo XIX que combina de una manera exquisita lo contemporáneo con lo antiguo de la mansión. Y si su diseño conquista el corazón del viajero, la experiencia gastronómica de su hora del aperitivo termina de enamorar a los amantes del buen comer. La experiencia en el Palazzo Lorenzo me pareció muy italiana y aquí te cuento porqué.
El palazzo
Para empezar, como mencionaba anteriormente, es un edificio del siglo XIX con techos muy altos y una escalera lindísima de piedra serena (material muy típico en la Toscana), que te da ese sentimiento de estar realmente en una mansión antigua de lujo. Aunque el hotel tiene elevador, yo sí quise subir por la escalera para tomar fotos porque me encantó la combinación de la piedra en la escalera, las molduras en paredes y techos, con los cuadros modernos y las lámparas de hierro.
También tiene una sala muy bonita con muebles y decoración contemporánea, pero donde prevalece el techo de madera original (bellísimo por cierto), que vigoriza esa mezcla de épocas y estilos. Ahí nos quedamos buen rato conversando y hojeando los libros de mesa mientras nos tomábamos una botella de Chianti.
Las habitaciones eran muy amplias, con mucha luz natural y la decoración seguía con el mismo estilo de todo el hotel fusionando estilos, respetando el concepto clásico, pero con toda la modernidad que hace que la estancia sea más cómoda. Por supuesto con un baño con muy buena ducha.
El hotel también tiene un patio que da a otra construcción llamada Seventy House, que es como una extensión del palazzo con solo seis habitaciones. Esos cuartos tienen un diseño estilo setentero (aunque todo es nuevo), pero lo que me gustó es que si viajas con tu grupo de amigos o con varios miembros de la familia, puedes rentar esas habitaciones y tener más privacidad.
La típica hora del aperitivo
Esta fue mi parte preferida. Para empezar tanto el desayuno como el aperitivo se sirven en un salón muy bonito (es que todo es bello en el Palazzo Lorenzo), al igual que las otras áreas cuenta con lámparas de hierro modernas, muebles de madera, techo alto con molduras de yeso, etcétera. Pero la comida era deliciosa.
El aperitivo era obviamente muy italiano con focaccias, paninis, carnes frías, quesos, aceitunas, prosciutto con melón, tomates con albahaca, que acompañamos con vinos italianos que en fin, no hacen más que recordarte porqué la gastronomía italiana, con todo y su sencillez, es de las favoritas en el mundo.
La ubicación
Está ubicado muy cerca de la Piazza della Libertà, ya había escrito anteriormente sobre esta zona que es más residencial y está justo al límite con el centro histórico de Florencia. En pocas palabras a pie estás a 15 minutos de la Galeria dell’Accademia y a 20 minutos del Duomo.
No está en el ombligo del centro histórico, pero tampoco está tan alejado. Y como ya lo había dicho anteriormente, esa zona es muy bonita, permite ver una parte más residencial de la ciudad y te permite descansar del bullicio. La ventaja que te da el hospedarte en esta zona, es que aunque no es un hotel barato, tampoco es descabelladamente caro, estoy segura que si estuviera en el corazón del casco antiguo, sería carísimo.
¿Para qué tipo de viajero lo recomiendo?
Para los amantes de los hoteles boutique con diseño y en edificios antiguos. Me pareció muy romántico para disfrutarlo en pareja, aunque vi muchas familias. Y sobre todo para el viajero que busca un buen alojamiento con un mínimo de 4 estrellas.
*Gracias al Palazzo Lorenzo Hotel Boutique por su amable hospitalidad.
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