Me gusta mucho viajar en la península de Yucatán, porque hay tanto por descubrir, tantas zonas arqueológicas, más de 2 mil cenotes, playas preciosas, pueblitos encantadores y lugares tan impresionantes que cuando los ves en foto dudas por un momento que alguien haya utilizado filtros, hasta que los ves en persona y te enamoras de ellos.
No importa si ya viajaste a la península, puedes pensar que ya conociste bien, pero no es así, entre más viajas a ella, te vas enterando de más lugares mágicos y se te vuelve como un vicio, quieres ver más. Así estoy ahora.
En el último viaje en carretera de Playa del Carmen a Mérida, quise conocer nuevos lugares. Como ya había visitado zonas arqueológicas como Chichén-Itzá, Uxmal, Cobá, ya había nadado en el cenote de Ik-Kil y ya había pasado por Valladolid o Izamal; esta vez quise conocer Ek Balam y ver el templo de Uayma. Y ahí vamos Patrick y yo a enamorarnos de nuevos lugares.
Jaguar Negro
La primera parada fue en Ek Balam, a poco menos de dos horas de Playa del Carmen. Ek Balam, significa en maya jaguar negro o lucero-jaguar (ya que Ek lo traducen como negro o lucero y Balam es jaguar) y fue una capital maya llamada Talol del período clásico tardío –del 600 al 900 d.C.-
Lo más imponente que vas a ver en esta zona arqueológica es la Acrópolis, que es la pirámide más grande de todo el recinto; con sus 32 metros de altura créeme que te hará dudar entre subir o mejor admirarla desde abajo. Pero obviamente el principal reto es vencer el miedo y subir hasta la cima.
A mitad de la Acrópolis puedes ver la entrada a la tumba del rey, con sus esculturas, relieves y algunas pinturas que han logrado preservarse. La construcción es impresionante y algo distinto a lo que había visto anteriormente, tal vez por los techos de paja.
Me gustó Ek Balam, sobre todo porque no es tan turística. Pudimos subir, bajar, recorrerla entera y tomar fotos tranquilamente. Eso sí, es importante que lleves dinero en efectivo porque no puedes pagar con tarjeta y aunque la entrada general cuesta 65 pesos, el gobierno de Yucatán cobra 123 pesos adicionales a extranjeros y 64 pesos extra a mexicanos. Eso sin guía por supuesto.
A unos 2 kilómetros de la entrada está el cenote Xcanché, que nosotros no alcanzamos a visitar porque teníamos que llegar a Mérida, pero me hubiera encantado ir a refrescarme en él (¡amo los cenotes!). Para llegar puedes rentar bicicleta en la taquilla o caminar. La entrada cuesta solamente 50 pesos.
Comida en Valladolid
Después de andar subiendo y bajando pirámides, obviamente nos entró el hambre, como el pueblo mágico de Valladolid está a sólo media hora, fuimos a comer cochinita pibil y panuchos yucatecos a uno de los restaurantes que rodean la plaza principal.
La colorida iglesita de Uayma
Continuamos nuestro camino a Mérida, pero antes hicimos otra parada en el pueblo de Uayma, que está a unos 20 minutos de Valladolid. Solamente fuimos a ver su iglesia, que había visto en fotos y me había impactado.
El templo originalmente fue construido por la orden franciscana, junto al ex-convento de Santo Domingo, en el año 1642. Dicen que lo edificaron con piedras extraídas de templos mayas. Pero en el siglo XIX cuando los nativos mayas se rebelaron en la Guerra de Castas, incendiaron y destruyeron parte del templo.
Así duró abandonado, sin bóveda y en pésimas condiciones hasta que hace no muchos años decidieron rescatarlo con ayuda del patrocinio de la Fundación Pedro y Elena Hernández, Fomento Cultural Banamex y INAH Yucatán.
La verdad es que vale la pena darse una vuelta a Uayma para verlo, ya que es precioso, sobre todo por sus colores que contrastan de manera hermosa con el cielo azul. Por dentro, aunque muy sencillo, es igual de bello con sus rosetas de colores, las puertas de madera y el púlpito dorado.
Finalmente seguimos nuestro camino a la ciudad de Mérida, no podíamos seguir parando en todas las atracciones, sobre todo habiendo tantas en la región. Nunca íbamos a llegar.
Pero comparando viajes con Patrick, hablamos de la manera tan increíble en la que pueden variar los viajes en carretera. Hay países donde hemos manejado durante horas sin ver nada, ni un triste coyote. Mientras que en la península de Yucatán, en un trayecto de tres horas subimos pirámides en una ciudad maya antigua, comimos delicioso en un pueblo mágico y descubrimos una iglesia muy pintoresca. Así es México.
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