Viena es de esas ciudades que tienen la capacidad de impresionarte una y otra vez sin importar cuántas veces la hayas visto. Una ciudad elegante, cosmopolita y llena de cultura capaz de enamorar a cualquier viajero. Una ciudad para deleitar a los sentidos.
Desde que llegamos a la capital austriaca nos quedamos fascinados con la modernísima estación de tren. Por cierto, si viajas en primera clase puedes entrar a su lounge VIP, que está bastante bien.
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Feliz llegando a Viena. Foto © Patrick Mreyen
Caminar por Viena es una delicia, porque tiene una arquitectura preciosa y las calles, especialmente la avenida circular Ringstrasse, es de las más bonitas de Europa, ya que pasa por los edificios más emblemáticos de la ciudad.
En esta ocasión quise hacer una guía de 48 horas para aquellos viajeros que incluyen a Viena como parte de su recorrido por varios lugares de Europa y solo tienen dos días para disfrutarla o para aquellos (que la tienen más cerca) y se dan una escapadita de fin de semana. Una ciudad donde se respira la cultura y hasta los semáforos tienen un mensaje.
Obviamente dos días no es suficiente y siempre habrá que sacrificar alguna atracción, esta guía es más que nada para admirar lo bella que es esta ciudad y la riqueza arquitectónica de sus edificios.
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Me encantaron los semáforos en Viena. Foto © Silvia Lucero
Día 1
Iglesia Votiva (Votivkirche)
Nosotros empezamos nuestro recorrido en esta iglesia porque quedaba muy cerca de nuestro hotel. La iglesia es estilo neogótico, impresionante con sus dos torres, similares a las de la catedral de Colonia en Alemania.
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Iglesia Votiva del Divino Salvador. Foto © Patrick Mreyen
Maximiliano de Habsburgo, quien fue emperador de México, fue quien recaudó fondos para la construcción de la iglesia que se mandó construir como un voto de agradecimiento porque su hermano el káiser Franz Joseph sobrevivió a un atentado. En esa iglesia hay un altar dedicado a la Virgen de Guadalupe, en honor a Maximiliano.
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Interior de la Iglesia Votiva. Foto © Patrick Mreyen
Rathaus
Después de la iglesia caminamos rumbo al Ayuntamiento, otro edificio hermoso también de estilo neogótico. Ahí nos tocó un festival de cine y una zona de comida que montaron en la plaza con puestos muy bonitos de comida internacional.
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Edificio del Ayuntamiento. Foto © Silvia Lucero
Frente al Rathaus no puedes dejar de admirar también el Burgtheater, que antiguamente era el Teatro de la Corte. Se puede hacer una visita guiada que dura 50 minutos, pero como no teníamos mucho tiempo, tuvimos que ser selectivos con los lugares a los que queríamos entrar. Ahí afuera conseguimos boletos para el concierto Orquesta de Mozart en el Musikverein, del que hablaré más adelante.
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Burgtheater. Foto © Silvia Lucero
Parlamento
Continuamos nuestro camino rumbo al Parlamento, que está casi al lado del Rathaus. Construido en el siglo XIX y de estilo griego, es otro de los edificios más famosos de la ciudad, con su fuente Palas Atenea.
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Parlamento de Viena. Foto © Silvia Lucero
Plaza de María Teresa
En el trayecto hacia la Biblioteca Nacional, pasamos por esta plaza majestuosa donde se encuentra el Museo de Historia Natural, el Museo de Historia del Arte y en el centro se alza una estatua de la emperatriz María Teresa. Si no tienes tiempo de entrar a los museos, tienes que pasar por esta plaza porque en verdad es muy bonita.
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Plaza de María Teresa y al fondo el Museo de Historia del Arte de Viena. Foto © Silvia Lucero
Palacio de Hofburg
Hoy en día una parte del palacio es la casa del presidente de Austria, pero durante muchos siglos fue la residencia real, donde vivían durante el invierno los Habsburgo. También puedes visitar ahí mismo los Apartamentos Imperiales y el museo de Sisí, entre otras cosas muy interesantes.
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El bellísimo Palacio de Hofburg. Foto © Patrick Mreyen
Biblioteca Nacional de Austria
Construida en el siglo XVIII bajo la orden del emperador Carlos VI, es un ala del palacio y es sin duda una de las bibliotecas más hermosas del mundo. Tal vez con los palacios puedes elegir entre ver el Hofburg o el de Schonbrunn, pero la visita a esta biblioteca en verdad es imprescindible.
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Biblioteca Nacional de Austria. Foto © Silvia Lucero
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Biblioteca Nacional de Austria. Foto © Silvia Lucero
La sala principal es impresionante con su estilo barroco, su cúpula, sus frescos, sus globos terráqueos, sus libreros de madera y obviamente sus más de 200 mil libros. Un deleite para la vista.
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Uno de los libreros de madera. Foto © Silvia Lucero
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Me encantaron los globos terráqueos. Foto © Silvia Lucero
En el camino a la Ópera Nacional
Después de disfrutar la visita a la biblioteca, seguimos encantados caminando por las calles cercanas al elegantísimo Hotel Sacher. Tienes que hacer tiempo para tomarte un café y una tarta sacher en alguno de los clásicos cafés de Viena. Ahí en esa misma zona vimos el edificio de la Ópera Nacional, uno de los más importantes del mundo.
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Las elegantes calles de Viena. Foto © Silvia Lucero
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Café Mozart, un clásico en Viena. En este mismo lugar se localizaba el Café Katzmayr que era el punto de encuentro de intelectuales. Foto © Patrick Mreyen
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Había que hacer cola para entrar al famoso Café Central, lamentablemente no teníamos tiempo para esperar. Foto © Silvia Lucero
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Me encantó ese cruce de calles donde se encuentra el Museo Albertina, el Hotel Sacher y la Ópera. Foto © Silvia Lucero
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Edificio de la Ópera. Foto © Silvia Lucero
Catedral de San Esteban
Las horas se nos escurrían y aún faltaba mucho por ver. Seguimos nuestro tour hacia la Catedral de San Esteban, construida en el siglo XII. Es de estilo gótico, con cuatro torres -una de ellas con 137 metros de altura-. También tiene 13 campanas y el techo está decorado con 250 mil azulejos. En esta catedral descansan los restos de algunos miembros de la familia de Habsburgo y ahí se realizó el funeral de Wolfgang Amadeus Mozart.
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Catedral de San Esteban, con su torre altísima y sus 250,000 azulejos. Foto © Patrick Mreyen
Hundertwasserhaus
Como yo nunca había visto los edificios diseñados por Friedensreich Hundertwasser, nos fuimos caminando (unos 25 minutos) hasta el famoso complejo de apartamentos Hundertwasserhaus.
El edificio es muy original con sus diferentes colores, columnas con mosaicos y decenas de árboles. Frente al edificio de apartamentos, se encuentra el Hundertwasser Village, un centro comercial que sigue el mismo estilo, donde paramos a comer rápidamente una salchicha currywurst.
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La casa Hundertwasser. Foto © Patrick Mreyen
Wiener Musikverein
Esa noche fuimos al concierto de la Orquesta de Mozart en este teatro precioso del siglo XIX. En toda la ciudad te ofrecen conciertos con música de Mozart, pero un amigo me había recomendado mucho éste, porque además de ser súper bonito, se realiza en la Sala Dorada del Musikverein, que es impresionante y se supone que está entre las tres mejores del mundo en cuanto a su acústica.
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Musikverein. Foto © Silvia Lucero
Tal vez te suene a algo muy turístico y sí lo es, pero en verdad vale la pena, a mí me encantó por el teatro en sí, el vestuario y obviamente la música.
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La Orquesta de Mozart. Foto © Patrick Mreyen
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Sala Dorada del Musikverein. Foto © Patrick Mreyen
Día 2
Palacio de Schönbrunn
El segundo día te recomiendo dedicarlo a ver el Palacio de Schönbrunn, que era la residencia de verano de la realeza. El palacio es del siglo XVII y le perteneció a los Habsburgo. Ahí verás las habitaciones, los salones, los jardines y obras de arte, que lo hacen uno de los más hermosos de Europa.
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Gran Galería. Foto © Schloß Schönbrunn Kultur- und Betriebsges.m.b.H. – Bildagentur Zolles KG/Christian Hofer
Si no te interesa el palacio, entonces sin duda hay que ir al Museumsquartier, un complejo inmenso de unos 90 mil metros cuadrados, dedicado a la cultura y el arte. ¡Ahhh o al Museo Belvedere a ver El Beso de Klimt!
Naschmarkt
Este ha sido uno de los mercados que más me ha gustado. Existe desde el siglo XVI y como en todo mercado puedes encontrar diversos productos alimenticios, pero también decenas de restaurantes y hasta bares. Aunque el mercado en sí abre a las 6 de la mañana y cierra en la tarde, los restaurantes y bares cierran hasta la noche.
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Naschmarkt. Foto © Patrick Mreyen
Me la volvió a jugar Viena. La primera vez que fui a Europa en 1992 recuerdo que fue la ciudad que más gustó. Años más tarde regresé y me volvió a sorprender. Dicen que la tercera es la vencida, así que en mi reciente visita creí que ya no podría sorprenderme más y qué equivocada estaba, de nuevo me dejó boquiabierta, con unas ganas locas de volver y seguramente cuando lo haga, me volverá a impresionar.
Si te gustaría viajar a Europa y que organice tu viaje, escríbeme a silvia.lucero@tripdreaming.com.