La segunda noche en Mostar nos hospedamos en Muslibegović House, una casa histórica de estilo otomano que también es museo. Una mansión construida en los siglos XVII-XVIII que pertenecía a la familia noble Muslibegović y que hoy en día es también un hermoso hotel boutique y por si fuera poco, también es Monumento Nacional.
Desde que entramos nos quedamos maravillados con la casa, sus patios y los sofás en las áreas comunes. Ahí nos recibieron muy amablemente con una bebida mientras nos explicaban que como el hotel también es un museo, a la mañana siguiente nos darían un recorrido a todos los huéspedes.
De ahí pasamos al edificio donde se encuentran las habitaciones, pero antes de entrar -siguiendo la tradición-, tuvimos que quitarnos los zapatos y dejarlos afuera. Nuestro cuarto era precioso, decorado al estilo otomano con muebles antiguos, un tapete tradicional, una lámpara colorida y todo en madera.
La casa en sí era preciosa, tal como lo mencioné al principio, es también un museo donde puedes ver cómo eran las casas otomanas y cómo era el estilo de vida. Sobre todo en ésta que era de una familia noble.
A la mañana siguiente nos reunieron a todos y nos dieron un recorrido de 30 minutos súper interesante. Todo empieza en el primer piso donde tienen una representación de cómo vestían y cómo se sentaban en la mesa.
Hay también varias vitrinas con fotografías y artículos antiguos como joyería, un sable y un libro del Corán del siglo XIX, entre otras cosas. También te enseñan cómo todos los techos son distintos (y hermosos) hechos de madera.
Vimos los dormitorios, incluyendo una cama con una pequeña cuna al lado y las salas, tenían diferentes y separadas porque los hombres se sentaban en una y las mujeres convivían en otra sala.
Los dos patios tienen áreas para sentarse súper lindas con cortinas blancas largas y sofás con almohadas de colores, un verdadero refugio donde se te olvida el tiempo.
El hotel también tiene un restaurante donde se sirve el desayuno, pero rodeados de tanta belleza, nosotros desayunamos en una de las mesas de afuera. La comida me gustó mucho, era tipo buffet y tenían cosas típicas incluyendo pequeños burek.
Toda la experiencia ahí fue de primera, por algo fue incluido hace algunos años entre los mejores hoteles del mundo. Si no te hospedas en ese hotel, vale la pena ir al museo porque la casa en verdad es muy bonita, pero para tener la experiencia completa de haber dormido en un monumento nacional, definitivamente tienes que hospedarte en la casa Muslibegović.
*Gracias al Muslibegović House por su amable hospitalidad.
Si te gustaría viajar a Bosnia-Herzegovina y que organice tu viaje, escríbeme a silvia.lucero@tripdreaming.com.