¿Qué había escuchado de Albania? Que es un país que también sufrió mucho a causa de la violencia, que tuvo su rebelión interna que le llevó al borde de una guerra civil, que estuvo bajo un régimen comunista y que era un país pobre. Ninguno de mis conocidos había estado ahí, ni creo que estuviera en sus próximos planes de viaje. Así que cuando decidimos ir a su capital, Tirana, no llevaba expectativas, pero me causaba emoción el imaginarme qué sorpresas tenía esa ciudad para mí.
La llegada
Salimos de Pristina e hicimos varias horas de viaje en carretera. Al igual que el transporte de Macedonia a Kosovo, fue en una Sprinter sin aire acondicionado, sólo que el conductor se fue parando en varios pueblos de Kosovo, subiendo cada vez más gente (aunque no hubiera espacio) y las ventanas del vehículo no se podían abrir, solo las dos de enfrente y un poco la ventanilla del techo. Sí fue un viaje algo pesado, sobre todo por el calor.
Hay que ver que son lugares que apenas se están enfocando más al turismo, aún no hay mucha opción en cuanto a transporte terrestre, pero todo es parte de la experiencia. Además los paisajes de Albania eran muy bonitos y cuando viajas con tanta ilusión, superas cualquier incomodidad.
Una ciudad moderna
Iniciamos con el pie derecho porque el hotel donde nos hospedamos, el Plaza Tirana (del cual hablaré en otro artículo), estaba precioso, con el spa más increíble que he visto en un hotel. Si tienes un buen hotel, es imposible empezar mal una ciudad. Luego nos salimos a recorrer las calles a ver qué sorpresa nos llevábamos, ya que tampoco era una ciudad con miles de atracciones turísticas.
Tirana es una ciudad moderna con grandes avenidas y mucha vida. Lo primero que vimos fue la Plaza Skanderberg, una plaza enorme donde sobresale el monumento al héroe nacional Skanderberg, apodado también el Dragón de Albania.
Alrededor de la plaza destacan edificios importantes como el Museo de Historia Nacional, que tiene un mosaico precioso titulado “Los albaneses”. También está el Teatro de la Ópera, el Palacio de Cultura, el Ministerio de Finanzas, el Ayuntamiento y la mezquita Et’hem Bey.
Continuamos caminando por el Boulevard Deshmoret e Kombit, muy amplio y bonito, donde me llamaron mucho la atención los semáforos súper modernos que se iluminaban completamente con el cambio de luz.
Sobre esa misma calle nos tocó ver una instalación que me encantó afuera de la Galería Nacional de Arte, llamada “The Cloud” del artista japonés Sou Fujimoto. Ésta ha sido una de las últimas atracciones de Tirana y no sólo es para ver, aunque imponga un poco, puedes caminar sobre ella.
Más adelante encontramos también uno de los edificios más famosos de Albania, que es la espantosa Pirámide de Tirana, que se construyó como museo en honor al dictador comunista Enver Hoxha. Un edificio que tal vez no dure muchos años más, ya que el gobierno ha intentado demolerlo, pero no lo ha hecho porque hay algunos que se oponen a su demolición por razones históricas.
Pudimos ver otros edificios importantes como el Palacio del Congreso, con un diseño muy peculiar. Y por supuesto la Presidencia y la Universidad de Tirana. Precisamente junto a la universidad, al final del boulevard, hay una zona de recreo muy divertida con canchas, pantallas y un carrusel.
De copas por Blloku
Como no todo es ver atracciones turísticas, especialmente cuando estás en una ciudad así y como nos encanta descubrir barecitos y restaurantes chulos, nos fuimos a la zona de Blloku, donde están los bares más populares de Tirana.
Fuimos a uno que se llama Radio, que me encantó porque está ambientado como en los años 50-60. Como su nombre lo indica, en la decoración predominan los radios antiguos y encuentras otras cosas como teléfonos. El lugar, los artefactos, todo estaba perfecto para tomar fotos.
Aunque tengo que decir que lo que me desilusionó del bar, era que no tenían cervezas, ni vinos locales. Pero de igual forma nos quedamos porque había muy buen ambiente.
ODA a la comida albanesa
En la noche nos fuimos a cenar al restaurante ODA, pequeño, pero muy tradicional. A pesar de no ser una ciudad muy turística y que está muy escondido, está recomendado en Lonely Planet, así que ahí seguro coincides con otros viajeros.
La comida estaba deliciosa, probamos las berenjenas rellenas y otro plato del cual no recuerdo el nombre pero era con cordero. El vino tinto albanés también me gustó mucho. Si estás por Tirana y vas a este lugar, ten en cuenta que sólo aceptan efectivo, pero no te preocupes, que es muy barato, por los dos pagamos el equivalente a unos 15 dólares.
Esa fue nuestra breve y placentera experiencia en Albania. Pero Tirana me recordó una vez más que hay que viajar sin estereotipos, que hay que olvidarse de lo que has escuchado y mejor empacar e ir a verlo con tus propios ojos.
*Si te gustaría viajar a los Balcanes, pero que te organicen todo el viaje a la medida, escríbeme a silvia.lucero@tripdreaming.com.
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