Quién no ha suspirado al ver imágenes de Santorini, con sus casas blancas, sus molinos y sus famosas cúpulas azules. Desde hace muchos años era uno de mis sueños, conocer la isla que presume ser la más bella del mundo y dicen por ahí que “no hay fecha que no se cumpla…” y se llegó la mía en Santorini.
Santorini o Thira (su nombre en griego) es un conjunto de pequeñas islas de origen volcánico, que a su vez forman parte del archipiélago de las islas Cícladas en el mar Egeo. Las Cícladas son unas 220 islas y entre las más famosas están Mykonos, Santorini, Rodas, Delos, Milo, por mencionar solo algunas. Así que como podrás imaginar, cuando viajas a las islas griegas, tienes que ser muy selectivo con lo que vas a ver.
En un principio pensamos en Mykonos y Santorini, aunque también tenía muchas ganas de ver la iglesia de Agios Ioannis Kastri en Skopelos, donde se grabó la boda de Mamma Mia! Pero con lo retirado que está Santorini, hubiera necesitado varios días para ir a esas tres. Al final, como nos dijeron que Mykonos era la isla para ir de fiesta -tipo Ibiza-, la descartamos de inmediato y la decisión fue fácil: nos vamos solo a Thira.
El caos del transporte
Santorini está retirado de Atenas, puedes volar pero los horarios no son los mejores, así que decidimos tomar el ferry. De ida viajamos con la compañía Blue Star Ferries en un barco que salió a las siete de la mañana. Hicimos poco más de siete horas de camino porque va más lento y hace varias paradas en diferentes islas.
En el regreso tomamos el ferry de alta velocidad Helenic Seaways, que es más rápido, en poco más de 4 horas estás en Atenas. Pero tuvimos una experiencia muy desagradable con esa empresa que me pareció muy poco profesional.
El mar estaba muy bravo ese día, con oleaje alto y en un punto el barco saltó y dio un golpe muy fuerte, que hasta empezó a sonar la alarma. Todos nos asustamos, una señora empezó a gritar y a sacar los chalecos salvavidas y a ponérselos a su familia. Poco tiempo después apagaron la alarma, pero empezamos a ver que el personal iba y venía y se juntaban en grupo a hablar, pero nadie nos informaba qué había pasado.
Me levanté y fui a preguntar qué pasaba y en pocas palabras y con malas caras me respondieron solamente “nothing…this is normal“. Por si fuera poca la falta de atención, como una hora después, fueron algunos del personal con la señora a llamarle la atención porque había sacado los chalecos. La regañaron en griego y siguieron sin informar nada. Sólo veíamos a una chica que pasaba de un lado a otro con herramientas.
Fuera del susto, los barcos están muy bien, pero te aconsejo que compres los boletos en primera clase, ya que tienes más comodidad y no va tan llena y la diferencia en precio es mínima, como entre 10-15 euros. No te incluye comida ni bebidas, pero sí vas más cómodo.
La llegada a Santorini
Los pueblos de Santorini están ubicados en la cima de la isla, hay que tomar transporte para subir. Los taxis cobran bastante caro, pero hay decenas de autobuses que –aún no me explico cómo-, pese a la desorganización, al final logran acomodar a todos los turistas en los autobuses.
Santorini debe su nombre –en italiano- a Santa Irene de Tesalónica, pero su nombre griego es Thira, así que si viajas a Grecia, que no te extrañe que te pregunten algo sobre Thira, es lo mismo. Este hermoso lugar está conformado por unos veinte pueblitos, siendo Fira -su capital- y Oia tal vez los dos más famosos. Y esos dos fueron los pueblos donde nos quedamos.
Primer día en Fira e Imerovigli
Al ser la capital, Fira es más turístico, pero no por eso dejar de ser bonito. Las pequeñas callecitas empedradas llenas de tiendas y tabernas, son muy pintorescas, aunque llenas de gente.
Ahí nos hospedamos en un hotel maravilloso llamado Andronis Honeymoon Suites que era un sueño. A pesar de estar cerca de la zona turística, había una gran tranquilidad y tenía unas vistas increíbles de los acantilados. Pero prefiero contar la experiencia de los hoteles en otros artículos, porque fueron realmente asombrosos.
Como hacía un calor terrible para hacer el famoso camino de Fira a Oia a pie, en el hotel nos aconsejaron que en la tarde mejor camináramos hasta el pueblito de Imerovigli para ver el atardecer y fue el mejor consejo que pudieron darnos.
El camino entre pueblos es precioso porque vas por los callejones viendo las casas, y hasta esquivando los famosos burros. Ni hablar de la gran tentación de entrar a cada tienda y eso que aún no habíamos visto las de Oia.
Lo que me encantó de la isla es que es tal como la ves en las postales, con las escaleras grises que bajan hacia todas esas construcciones blancas. Y desde una terraza, con una copa de vino blanco griego, vimos la famosa caldera y el atardecer. Fue una tarde perfecta.
Curiosamente en nuestro camino, vimos una boda, yo me emocioné con la música griega que seguía a los novios y –como soy muy curiosa, por no decir chismosa ;-)-, empecé a hablar con una de las invitadas que resultó ser mexicana, no solo ella, también los novios.
Segundo día al paraíso: Oia
Al día siguiente partimos hacia Oia que está como a 20 minutos de Fira. Oia es el pueblo más exclusivo de Santorini, desde que llegas puedes darte cuenta por sus calles de mármol y boutiques mucho más costosas que en los otros pueblos. Aunque también es un pueblo muy turístico, es mucho más tranquilo que Fira.
A Oia llegan muchos viajeros solo durante el día, porque ahí están las iglesias ortodoxas con las cúpulas azules, los molinos de viento y ahí se encuentra el punto más popular para ver el atardecer.
En Oia nos quedamos en otro hotel espectacular, el Secret Santorini Suites & Spa, también con vistas hermosas de la caldera y una piscina infinity de revista. Y aunque al igual que en Fira me hubiera gustado tener más días para echarme en la terraza a disfrutar de las vistas espectaculares, teníamos que salir a descubrir todos esos rincones mágicos que tiene ese lugar tan maravilloso.
Recorrimos todo el pueblo a pie, subiendo y bajando escalones para tomar las típicas fotos de la isla. No hace falta tener un mapa, ya que verás a los turistas yendo y viniendo de los puntos con las mejores vistas. Como dato curioso, me llamó la atención que en los techos ponen señales de que es peligroso subirse o que es propiedad privada, porque desde ellos obviamente se obtienen a veces las mejores vistas.
Al final del camino se llega a las ruinas del Castillo Bizantino, uno de los puntos más famosos de todo Santorini para ver la puesta de sol, desde ahí también obtienes la foto más bonita de los molinos de viento.
Pero en Oia no solo hay que caminar la calle principal, hay que pederse en sus callejones porque cada uno tiene una agradable sorpresa para deleite del viajero.
Cena romántica
Aunque obviamente todos los lugares son súper turísticos, es difícil comer mal en Grecia, simplemente las ensaladas son deliciosas. De los lugares a los que fuimos puedo destacar uno, el restaurante Karma, un lugar algo escondido en un callejón súper lindo.
Por lo que vimos es un lugar muy concurrido tanto por los viajeros como por los locales, así que se recomienda hacer reservación. La comida es deliciosa y el lugar es muy bonito, sobre todo si te sientas en las mesas del patio, que es muy acogedor.
Ahí en Oia caí en cuenta que es verdad lo que dicen, que Santorini es de los lugares más bellos del mundo. Ojalá pueda volver a Grecia pronto, me quedé con ganas de más y con deseos locos de disfrutar sus playas y sobre todo conocer otras de sus islas.
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