Vibrante, es la palabra que, en mi opinión, describiría mejor a la capital de Rumania. Bucarest es una ciudad de contrastes, con mucho carácter; tal vez eso fue lo que hizo que me fascinara en sólo 24 horas.
Cuando planeamos todo el viaje por la península balcánica, tuvimos que sacrificar tanto lugares, como el tiempo que le íbamos a dedicar a ellos. Queríamos alcanzar a ver un poco de todo y desconocíamos cómo era el sistema de transporte en estos países del sureste de Europa, en pocas palabras no sabíamos si era realista nuestro itinerario. Así que Bucarest fue una de esas ciudades donde tuvimos que ver todo deprisa.
Bucarest tiene esa combinación de edificios históricos espectaculares del siglo XIX, con otros grises y feos de concreto que recuerdan su época comunista. Una combinación que al menos a mí me resulta muy interesante.
Esa tarde decidimos que no íbamos a entrar a los museos, para poder hacer un recorrido a pie y ver los edificios más emblemáticos de la ciudad. Saliendo del Sheraton, hotel en el que nos hospedamos, y terminando en el casco antiguo.
Durante nuestro recorrido, que dividimos en tres partes, caminamos frente a muchos edificios muy bonitos. Primero pasamos por el el Ateneul Roman, construido en el siglo XIX y que sirve como sala de conciertos. La Biblioteca Universitaria, el Museo Nacional de Arte, la Plaza de la Revolución, la iglesia Biserica Cretulescu, que tiene unos frescos en el techo preciosos. Y dimos un breve paseo por el parque Gradina Cismigiu, el más antiguo de la ciudad.
Ese día fuimos invitados por el Grand Hotel Continental para tomar té con pastelitos típicos de Rumania. Entre pasteles, nos explicaron los acontecimientos históricos que ocurrieron en ese hermoso y lujoso hotel. Seguido de un tour por las instalaciones. El hotel es un sueño, para sentirse como parte de la realeza.
Como el hotel está ubicado en la Calea Victoriei (Avenida de la Victoria), la más antigua e importante de la ciudad, continuamos nuestro recorrido por esa arteria de la ciudad.
Pasamos por el Museo Nacional de Historia de Rumania y por el Pasajul Macca-Vilacrosse, un corredor precioso lleno de restaurantes y cafés para fumar shisha.
Lo que yo llamaría la segunda parte de nuestra ruta, fue hacia el Palacio del Parlamento, que es el segundo edificio administrativo más grande del mundo después del Pentágono y fue construido por el terrible dictador Nicolae Ceausescu.
Lo puedes visitar solamente con visita guiada, que por cierto se llena de inmediato y solo cuenta con algunos recorridos en inglés durante el día, así que te recomiendo reservar con tiempo. El palacio es inmenso, tiene 3000 habitaciones y mide 340,000 metros cuadrados, así que ya te imaginarás la monstruosidad del edificio.
La última parte del recorrido, fue en el casco antiguo de la ciudad, donde puedes ver la zona arqueológica de Curtea Veche, que data del siglo XV, y es donde están los vestigios de un complejo que se construyó bajo la orden de Vlad el Empalador. Al lado, también te recomiendo visitar la iglesia Biserica Curtea Veche, la más antigua de Bucarest. Esas iglesias ortodoxas son preciosas por dentro, sólo que no permiten tomar fotografías, por eso no incluyo muchas fotos.
Intentamos llegar a ver la iglesia Biserica Stavropoleos, de las más famosas de Bucarest, sin embargo la encontramos cerrada porque ya era tarde.
El casco antiguo tiene mucha vida nocturna, puedes caminar por varias calles enteras y encontrarás muchas opciones de restaurantes y bares. Nosotros cenamos en Caru’ cu Bere, un lugar demasiado turístico para mi gusto, precioso, pero con un servicio pésimo. Te recomiendo ir, tomar fotos, tal vez beber una cerveza y buscar un lugar mejor para cenar, para no caer en la trampa turística.
Dos recomendaciones…
Tengo que mencionar (sin intención de hacer publicidad) que hay Uber en Bucarest, lo cual nos facilitó bastante el desplazarnos al menos entre la estación de tren y el hotel. Ya que en muchas ciudades tuvimos mala experiencia con los taxis, lo típico, que abusan del turista.
La segunda recomendación es una tienda que encontré llamada Nissa que me gustó mucho, tiene muy buenos precios y ropa muy linda (de mujer). Así que si estás en Bucarest y quieres ir de compras, esa es una buena opción, ya que tienen creaciones de diseñadores locales a precios más asequibles.
En general me encantó Bucarest, me contagió su adrenalina, su buen ambiente y sobre todo me pareció la ciudad perfecta para ir con grupo de amigos.
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