Desde que vi fotos de Viñales, sabía que era un lugar que no me podía perder durante mi viaje a Cuba, sobre todo porque quería ver las plantaciones de tabaco, algo tan característico de ese país caribeño y por la belleza de su valle.
Viñales es un pueblito muy pintoresco en la provincia de Pinar del Río, a unas 3 horas de La Habana, que es muy popular entre los viajeros porque tiene un valle espectacular, donde puedes hacer muchas actividades al aire libre y por las plantaciones de tabaco, ya que Pinar del Río concentra la mayor parte de la producción en la isla.
Cómo llegar
Antes de viajar habíamos planeado hacer todo en los autobuses Viazul, porque creímos que sería fácil reservar online, pero como tienes que hacerlo con más de una semana de anticipación y nosotros lo organizamos demasiado tarde, decidimos esperar hasta llegar a Cuba.
En la misma casa donde nos hospedamos en La Habana nos dijeron que lo más práctico y lo que hacían todos, era tomar taxis colectivos, que te recogen y te dejan directamente en la casa y son más rápidos que el bus. Así que seguimos su recomendación y fue como terminamos haciendo todos los viajes en Cuba. Además las mismas familias te arreglan todo.
A las 8:30 de la mañana nos recogieron en uno de los autos antiguos que circulan por toda Cuba. Para la ciudad y trayectos cortos no está mal, pero para distancias largas es muy pesado viajar en ellos porque son autos de los años 50 y sin aire acondicionado.
Como era un vehículo grande, compartimos el taxi con otros cuatro turistas. Como yo me mareo siempre en la carretera, les pedí que me dejaran ir enfrente y nos subieron junto al chofer (mejor porque algunas ventanas de atrás no funcionaban). Hicimos dos paradas al baño y como a mediodía ya estábamos en Viñales.
Algo chistoso que nos pasó, fue que en un punto del camino se metió una avispa enorme al auto y yo les tengo pavor. Como ya había dicho que me mareaba en la carretera y ahora con la avispa adentro, no quería quedar como la viajera quejumbrosa y como vi que el chofer ni se inmutaba, le pregunté “tranquilamente” ¿pican fuerte? y en eso sacó un encendedor y la aplastó. Así de fácil.
Mi casa en Viñales
Sí, ya tengo casa allá, porque el día que regrese a Viñales solamente quiero hospedarme en Casa Ottoniel y Rosy. Esa fue mi casa favorita en Cuba. La familia es un encanto, la casa muy bonita, impecablemente limpia y en las cenas nos montaban un banquete.
Rosy, Ottoniel y sus hijos fueron súper amables, convivieron mucho con nosotros, Ottoniel nos explicó detalladamente cada actividad que podíamos hacer en Viñales y él nos ayudó a organizar todas las excursiones. Cuando regresábamos, nos recibía como si fuera un familiar, esperándonos a ver cómo nos habían tratado.
Rosy nos contó que habían tenido una pareja de estadounidenses ya mayores, que se habían despedido llorando y cuando nos fuimos entendimos porqué. Sin duda esa será ya la casa a la que regresemos cuando volvamos a Viñales ¡espero que sea pronto!
*Más detalles y fotos sobre la casa en la ‘Guía práctica para Cuba’ que publicaré más adelante.
En la tierra del tabaco
Nuestra primera excursión fue a caballo. Nos recogieron para llevarnos a la Finca de Manolo, una cooperativa donde producen tabaco. Ahí nos explicaron todo el proceso, desde cómo secan las hojas, cómo se hace un puro, hasta cómo fumarlo.
Nos contaron que el 90% de la producción es para el gobierno, son los puros que se exportan, los que llevan procesos químicos para que duren más y son etiquetados. Ellos (en la finca) se quedan solamente con el 10% de la producción.
Ese 10% con el que se quedan es producción orgánica; extraen el 98% de la nicotina, hacen todo manual, como se hacía hace siglos, no usan químicos, ellos utilizan ingredientes naturales como vainilla, ron, miel y agua. En lugar de pegamento, utilizan miel de abeja. Estos puros orgánicos “son los que fumaba el Che (el Montecristo #4), que era médico y asmático”, nos explicaron.
Nos mostraron cómo se hacía un puro y obviamente nos dieron uno, que nos enseñaron a fumar. Yo no fumo, odio el cigarrillo, pero tengo que decir que me gustaron los puros orgánicos.
A caballo como en las películas
Los caballos eran bastante tranquilos, llevamos un guía muy simpático todo el recorrido que me dijo que estaba fascinado con el show del Señor de los Cielos y la música ranchera.
En mi caballo Rayo y Patrick en Tornado, recorrimos el valle que es precioso, visitamos la Cueva de las Golondrinas y nadamos en un lago. El baño nos cayó de maravilla porque hacía demasiado calor y humedad porque estaba a punto de llover.
Visitamos una finca de café, cacao y otros frutos. Ahí también nos explicaron sobre los cultivos y los árboles, hasta cómo extraen la canela. Bebimos algo en un mirador donde podías admirar el Valle del Silencio.
Seguimos nuestro camino y fuimos a un segundo mirador donde se veía hermoso todo el Valle de Viñales, sobre todo porque empezó a llover y se veía todavía más impresionante.
La experiencia a caballo me fascinó, creo que es la mejor manera de apreciar todo el valle, porque vas viendo toda la naturaleza, puerquitos, bueyes, fincas, etc. Y el caballo se mete por áreas donde sería difícil caminar. Sin duda es una de las experiencias más bonitas que he vivido.
Esa noche, después de cenar en casa un delicioso jamón de bellota, salimos al Centro Cultural Polo Montañez, a donde van a bailar -en su mayoría- los cubanos y las turistas. O el lugar de ligue…
A pie y en bicicleta
El segundo día, recorrimos el pueblo a pie para tomar fotos de las casas que son muy bonitas, casi todas pintadas con colores vibrantes, con sus porches que invitan a sentarse y pasar ahí la tarde. Es impresionante ver como casi todas rentan habitaciones para los turistas.
Me llamó la atención que en la plaza principal tenían altavoces con una estación de radio y una de las canciones que pusieron era de Juan Gabriel, después me di cuenta que es súper querido en Cuba. Cuando les decía de que parte de México era, me respondían “ay como el ‘Divo de Juárez'”.
En un punto nos soportamos el calor y paramos a beber unas cervezas en el paladar El Campesino, que tiene unas vistas muy bonitas del valle.
En la tarde hicimos el segundo recorrido en bicicleta. Al igual que el día anterior, fue un recorrido como de 4 horas, pero en esta ocasión lo hicimos por nuestra cuenta. Fuimos a ver el hotel La Ermita, que tiene unas vistas preciosas.
Después pasamos por la finca de Raúl Reyes, tengo que decir que mi experiencia en El Paso con bici de montaña me ayudó muchísimo, porque algunos eran caminos en terracería, muy bonitos, pero pesados.
Fuimos a ver el Mural de la Prehistoria, que fue pintado entre 1960-1964 por el artista Leovigildo González Murillo, aprendiz de Diego Rivera. Como el mural está a las afueras de Viñales, fue muy bonito recorrer la carretera y ver los paisajes.
Subimos hasta el mirador del Balcón del Valle, junto a Los Jazmines, para ver el atardecer. Si quieres cenar o beber algo en el Balcón del Valle te aconsejo reservar porque es un lugar vistas privilegiadas que se llena.
Regresamos cansadísimos, fue un recorrido muy pesado, sobre todo por la subida en carretera y con ese calor tan fuerte. Pero mi motivación era saber que al regresar iba a cenar una deliciosa langosta en casa.
Fue difícil dejar Viñales donde su gente y sus paisajes son lo mejor de Cuba.
Hospedaje
Casa Ottoniel y Rosy
Email: rogergl@nauta.cu
Precio por habitación doble: 25 CUC
Precio por desayuno: 5 CUC por persona
Precio por cena: 8 CUC por persona por cena de cerdo / 10 CUC por persona con cena de langosta
Excursiones
Caballo y visita a fincas: 5 CUC por persona por hora (recomendable mínimo 4 horas)
Bicicleta: 6 CUC por persona (unas 4 horas)
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