Duré tantos años deseando viajar a Cuba que ahora que he regresado no sé cómo empezar a contar todas las experiencias increíbles que vivimos en ese país tan hermoso. Por eso decidí dividir todo el reportaje de mi viaje en cinco partes, cuatro dedicadas a los lugares que visitamos (La Habana, Viñales, Cienfuegos y Trinidad) y una última parte con una guía práctica para Cuba, porque la verdad no es un país fácil.
No voy a ahondar en detalles históricos, lo que quiero es inspirar a través de las fotos que tomamos -¡qué difícil seleccionar solo algunas!- y contarte lo que vi, cómo fue la experiencia de hospedarse en casas con familias, de viajar en autos antiguos, de soportar el calor, de estar totalmente sin Internet, pero sobre todo de cómo sacar el mayor provecho del viaje.
Te invito a recorrer nuestro primer punto: La Habana. ¿Me acompañas?
La llegada a La Habana
A La Habana le dedicamos tres días, los primeros dos y el último. Como el transporte lo arreglamos antes de viajar, a través de la familia donde nos íbamos a hospedar, ya había alguien esperándonos en el aeropuerto en un auto antiguo americano. También ahí cambiamos dinero en la casa de cambio Cadeca (la opción más recomendable).
Antes de continuar, es necesario explicar que en Cuba hay dos tipos de moneda, el CUP que es el peso cubano que utilizan los cubanos y el CUC, el peso convertible para los extranjeros (con un tipo de cambio similar al del dólar de Estados Unidos), aunque supuestamente ya están trabajando para que se maneje una sola moneda oficial.
Al llegar a la casa de William y Carmen, en La Habana Vieja, ambos salieron a recibirnos como si fueran familiares a los que teníamos años sin ver. Gran parte de la experiencia la hacen las familias con las que te hospedas, no creo que un hotel supere la experiencia tan bonita de convivir con las familias.
La casa estaba súper bien ubicada en La Habana Vieja, la habitación muy limpia y ellos nos brindaron un servicio muy familiar. Además nos dieron un montón de consejos muy útiles, porque aunque Cuba es un país muy seguro, siempre hacen falta esos consejillos para no caer en las típicas trampas turísticas.
El primer día
El primer día, como estaba desesperada por ver La Habana, lo dedicamos a caminar por toda La Habana Vieja. Paseamos por las calles empedradas llenas de turistas, con esos edificios viejos tan característicos de la ciudad.
Tomamos un mojito en la Bodeguita del Medio. La verdad sólo porque es un lugar emblemático, mundialmente famoso y por donde han pasado muchas personalidades. Pero fuera de ahí me pareció caro y los mojitos tampoco eran los mejores. Obviamente estaba lleno de turistas.
Esa noche cenamos en el Nao Bar Paladar -los paladares son una especie de “restaurantes” familiares privados, que no pertenecen al estado, desde hace unos años, ya son legales-. Volviendo a nuestra cena, ese pequeño paladar escondido en un callejón cercano a la Plaza de Armas es delicioso, muy bonito y con buen ambiente.
Segundo día
Desayunamos riquísimo en la casa, ensalada de frutas, jugo de mango, café, huevos y pan con queso. De ahí dedicamos la mañana a conocer la Catedral y a ver las cuatro plazas más populares –y encantadoras- de La Habana Vieja: la Plaza de la Catedral, la Plaza Vieja, la Plaza de Armas y la de San Francisco de Asís.
Comimos algo rápido en el centro de la Habana y seguimos nuestro trayecto para ver el hermoso Parque Central, el Capitolio, el Museo de la Revolución, la Real Fábrica de Tabacos Pertagás y otros edificios. El centro me recordó tanto a Madrid, sobre todo el Gran Teatro de La Habana ‘Alicia Alonso’ y el Paseo Martí (Paseo del Prado).
A pie, cansadísimos y muertos de calor, llegamos hasta el Malecón. Caminamos, nos tomamos fotos, vimos a la gente tirarse al mar para nadar y refrescarse. Nosotros no nos lanzamos al agua, fuimos más básicos y paramos en un lugar llamado El Recreo a comprar una cerveza.
De regreso a la zona Vieja, llegamos al Floridita, la cuna del daiquiri. Un lugar muy bonito, abierto desde 1817, aunque antes se llamaba La Piña de Plata, después La Florida y hoy en día es Floridita. Ha sido nombrado en las listas de los mejores bares del mundo y aunque han pasado muchos famosos por ahí, su cliente más popular era Ernest Hemingway, que hasta tiene una escultura muy fácil de encontrar: en la barra. No puedes irte de Cuba sin tomar aquí tu daiquiri.
La segunda noche cenamos en el Bar de Oro (el único restaurante de nuestro viaje, ya que siempre comimos o en las casas o en paladares), aunque el lugar era bonito, la comida no era buena. Terminamos en un paladar muy moderno, con un excelente servicio llamado Lamparilla Tapas y Cervezas donde comimos un postre y algunas bebidas.
Tercer día
Después de pasar algunos días en Viñales, Cienfuegos y Trinidad, regresamos a La Habana, para pasar ahí la última noche. Llegamos muy cansados porque tomamos un taxi colectivo desde Trinidad (unas 4 horas de camino) y los coches no son cómodos, el aire acondicionado no siempre funciona bien y hace un calor infernal.
Sin embargo es parte de la experiencia, el chofer era muy simpático, nos tocaron dos compañeras de viaje muy agradables (de España y Aruba), así que eso hizo el camino más ameno. En un punto el conductor paró en una casita en medio de la carretera y nos dijo “voy a poner petróleo” y salió una mujer mayor con un embudo y le echó gasolina al auto. Nos pareció muy graciosa la experiencia.
Llegamos sobre la una de la tarde y ese último día nos quedamos en la zona de Vedado. La verdad fue un error porque está más retirado de todo y nos gustó más La Habana Vieja; aunque ahí nos quedamos en una casa preciosa La Colonial 1861. En esa casa la experiencia fue más de un B&B, el trato no fue tan personalizado como en las casas familiares y el aire acondicionado no funcionaba muy bien y tampoco había ventiladores como en el resto de las casas que tienen ambos en las habitaciones, fue la casa más bonita (parecía un museo, en verdad era preciosa, llena de detalles), pero la menos cómoda.
Nuestro último día caminamos por la Avenida de los Presidentes, muy bonita, subimos al restaurante La Torre para ver las vistas panorámicas de la ciudad. Fuimos a conocer el Hotel Nacional de Cuba (por fuera impresionante, por dentro viejo, pero hay que verlo) y el Capri.
Pasamos a ver la Universidad de La Habana que tiene unos edificios espléndidos y terminamos las visitas turísticas en la Plaza de la Revolución, que es inmensa, mide 72,000 metros cuadrados y es una de las más grandes del mundo. Ahí se encuentran los murales del Che Guevara y Camilo Cienfuegos.
Lo imperdible de noche
Literalmente cerramos con broche de oro, primero fuimos a la terraza del restaurante La Guarida, que está precioso y tiene las mejores vistas de La Habana.
Más tarde cenamos en el paladar San Cristóbal, tuvimos que hacer la reservación con una semana de antelación porque es muy popular. El presidente Barack Obama eligió ese lugar para cenar con su familia. Es como una mansión privada con varias salas para comer y el área del patio. Obama cenó en una de las mesas privadas, donde decidieron guardar la taza donde bebió café, la botella de vino que tomó Michelle y por supuesto tienen ahí las fotos de ese día histórico.
Nos contaron que ellos se enteraron una hora antes de que iba a llegar Obama a cenar ahí, cuando vieron toda la seguridad que enviaron antes de su llegada. También comentaron aún emocionados, que el paladar está ubicado en un barrio muy pobre de La Habana y que fue impresionante cuando él bajó, saludó y los vecinos empezaron a gritar ¡Obama! ¡Obama!
En verdad ha sido uno de los lugares donde mejor hemos comido. Patrick pidió el cordero a la menta y yo la Tentación a la Habanera (Michelle Obama cenó lo mismo) y un plato de patacones. Todo estuvo excelente, pero lo mejor fue el servicio. Nos contaron anécdotas, me dieron algunos tips para fumar puro, nos invitaron varios tragos de ron (uno riquísimo de producción limitada) y nos regalaron un puro a cada uno. Total que terminé la noche sintiéndome como la Doña.
Me enamoré de La Habana, de todos mis viajes, creo que es una de las ciudades que más me ha impactado.
Hospedaje La Habana:
-Casa de William y Carmen
Email: Reservar a través de la casa de su hermana rozol99@gmail.com (Casa Colonial 1715)
Precio: 30 CUC por habitación doble con baño privado, 5 CUC desayuno por persona, 10 CUC por persona para la cena (en paladar familiar)
-La Colonial 1861
Email: lacolonial1861@gmail.com
Precio: 45 CUC por habitación doble con baño privado, 5 CUC desayuno por persona
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