Recorrer Irlanda en coche es una de las experiencias más bonitas para el viajero que va en busca de descubrir esa Irlanda típica de las películas. Con caminos estrechos, paisajes verdes y castillos en ruinas.
Pero también están los pequeños pueblos con sus casas pintadas de colores vibrantes, con sus callecitas llenas de pubs donde puedes vivir un ambiente más local y adentrarte más a fondo al estilo de vida irlandés.
Aunque la mayor parte del tiempo no tienes el clima a tu favor, eso forma parte del paisaje nostálgico, ¿quién no se ha imaginado una Irlanda lluviosa y con cielo gris? A mí me pareció parte del encanto, hasta disfruté tanta lluvia, viento y frío.
Si te aventuras a conducir por el país, además de las atracciones naturales, hay tres pueblos divinos que no debes dejar de visitar:
Dingle
Este lugar me ha parecido de los pueblos más hermosos del norte de Europa. Situado en la costa del Atlántico, tiene entre sus actividades principales la pesca, así que como es de esperarse, es de los lugares donde mejor comerás pescados y mariscos. Dingle es el lugar perfecto para adentrarse al alma de los pueblos irlandeses.
Galway
Más que pueblo, Galway es una ciudad pequeñita, pero aún así es la tercera más poblada del país. Hermosa y llena de vida, ya que es una ciudad universitaria. Basta con salir en su Latin Quarter para disfrutar de sus tiendas, restaurantes y sobre todo vivir el ambiente de sus pubs.
Quay Street es la calle más vibrante del Latin Quarter y The Kings Head uno de esos bares locales que no te puedes perder.
Cong
Una villita muy famosa porque ahí se grabó la película ganadora del Oscar en 1952 ‘The Quiet Man’. Puedes recorrer el pueblo en pocas horas o mejor aún, hospedarte en el majestuoso Castillo de Ashford, para ver tranquilamente las atracciones turísticas de la ciudad como la Abadía de Cong y en la noche dormir como la realeza en el castillo medieval del siglo XIII.
En Irlanda la experiencia en carretera fue diferente porque, aunque me fascinó Dublín, en sus caminos y pueblitos fue donde realmente sentí que me adentré al corazón de ese país.
Si me pidieran una sola recomendación para Irlanda sería esa: rentar un coche y ver qué tantos lugares mágicos alcanzas a descubrir.