España tiene muchos pueblos encantadores, con plazas que parecen salidas de un cuento y callejones que te transportan a la Edad Media. Es difícil nombrar el más hermoso, ya que cada uno tiene su historia y su propia magia, pero sin duda uno de los más bonitos es Santillana del Mar en Cantabria.
Santillana del Mar es una villa pequeñita con palacios antiguos y callejones empedrados. Y contrario a lo que dice su nombre, no está en el mar, sino que está rodeada de campos verdes.
Un lugar que no ha logrado escaparse del turismo, muy concurrido por su belleza y por hallarse muy cerca de la famosa cueva de Altamira. Aunque visitar Altamira es muy difícil, ya que está protegida y tiene un acceso extremadamente limitado. Pero para suerte del viajero, hay otras cuevas con arte rupestre que aún puedes visitar.
Arte rupestre
Antes de llegar a Santillana, visitamos la cueva de El Castillo que es impresionante. Cuenta con arte del período Paleolítico de más de 40,800 años de antigüedad. Las pinturas rupestres incluyen figuras, manos y animales como el bisonte, mamut, entre otros.
La única manera de entrar a ver las pinturas es a través de una visita guiada que dura unos 45 minutos y es verdaderamente interesante. El ingreso es muy barato (3 euros), pero no es tan fácil encontrar lugar, por lo que te recomiendo ver el calendario antes de visitarla para ver si hay disponibilidad y hacer una reservación.
Un pueblo medieval
Después de las cuevas pasamos el resto de la tarde disfrutando finalmente de Santillana del Mar. Desde hace muchos años deseaba conocer este lugar que había visto en muchas fotos y siempre me había llamado la atención porque me encantan ese tipo de pueblos antiguos.
Su casco antiguo se camina en corto tiempo, pero tiene lugares preciosos como la Plaza Mayor de Ramón Pelayo con su Torre de Don Borja, la Colegiata de Santa Juliana, una construcción del siglo XII, con su iglesia y un claustro, así como sus pintorescas calles.
Disfrutamos todo tranquilamente, tuvimos tiempo para sentarnos a beber una sidra en uno de sus bares y en la noche cenamos deliciosos platos de la gastronomía del norte del país.
Dormir ahí fue una excelente opción, porque pudimos ver el pueblo de noche, que es todavía más bonito iluminado con la luz tenue de los faroles.
La gente suele decir que Santillana del Mar “no es ni santa, ni tiene mar”, pero no necesita ninguna de las dos cosas, porque aún así es una de las joyas de España.
Más información de interés:
Visita las Cuevas de Cantabria
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