Hay paisajes encantadores que debemos incluir en nuestro itinerario cuando estamos de viaje, pero hay otros por los que merece la pena organizar todo un viaje solo para verlos en persona, como es el caso de las dunas de Sossusvlei en Namibia.
Cuando decidimos viajar a Namibia fue principalmente para ver las enormes dunas rojizas de este asombroso desierto. El viaje fue largo y un poco estresante, ya que decidimos recorrer el país en auto, algunos caminos están en muy malas condiciones y las distancias son muy largas. Llegaban a pasar horas en las que solamente veíamos cebras en la carretera, pero aún así seguimos nuestra aventura.
Al llegar al campamento en el Parque Nacional Namib-Naukluft, nos hospedamos en un lugar bellísimo en el medio del desierto, con bungalows de primera calidad y áreas comunes súper bonitas. Además se come delicioso en este tipo de campamentos, ya que las cenas son hechas por chefs con mucha experiencia internacional.
Cada bungalow tenía una terraza, que al estar en el medio de la nada, te permitía admirar el cielo súper estrellado. El interior del bungalow era súper romántico. Sin duda este viaje es ideal para hacerlo con tu pareja.
Al día siguiente salimos antes del amanecer en una excursión organizada por el mismo hotel hacia las dunas. Lo mejor de tomar este tour en la madrugada, es que vas viendo cómo cambian los colores de las dunas conforme va subiendo el sol.
Las dunas son impresionantes, se fueron creando por la arena que ha llevado el viento desde hace 5 millones de años, su color rojizo se debe a la oxidación del hierro de la arena y la duna más alta de este parque mide unos 325 metros de altura. La superficie de las dunas se mueve con el viento y cambia de color con la luz del día.
En el parque Namib-Naukluft también se encuentra el salar Deadvlei, el cual es una maravilla, donde los troncos secos, la tierra árida, las dunas rojas y el cielo azul, crean la imagen perfecta con la que todo viajero sueña para sacar las mejores fotografías.
Cuando llega la hora de subir a las dunas, aunque parece fácil, en realidad es muy pesado, ya que es difícil escalar en la arena que se te escurre y no te permite avanzar, tienes una sensación como si te estuviera jalando de los pies. Además el calor no facilita el esfuerzo. Pero una vez que estás arriba, eres premiado con unas vistas preciosas.
Al bajar terminamos con un delicioso desayuno y brindis, algo que se ofrece bastante en este tipo de actividades, también tuvimos un brunch similar cuando hicimos el safari en globo al día siguiente en otra región de Namibia.
No cabe duda que las experiencias más gratificantes a la hora de viajar, son aquellas que te brinda la misma naturaleza.
Dónde: Parque Nacional Namib-Naukluft
Hospedaje: Kulala Desert Lodge
Ver las fotos de mi recorrido en Namibia aquí
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