Hace poco leí por primera vez a Hemingway, aunque había intentado leerlo en ocasiones anteriores, sobre todo después de visitar su casa en Key West y de conocer algunos de los lugares donde estuvo en España, siempre terminaba leyendo a otro escritor. Hasta que finalmente fui a la biblioteca pública y tomé prestado The Sun Also Rises (Fiesta), que me llevó a viajar con la memoria hasta Pamplona.
Tal vez no fue la mejor opción para leer, ya que no me gustan las corridas de toros (ni las apoyo) y él era un aficionado de ellas, pero su libro me hizo recordar la belleza de Pamplona y la amabilidad de su gente, sobre todo de un lugar muy especial para Hemingway, donde se desarrolla gran parte de la novela: el Café Iruña.
El Café Iruña se encuentra en la Plaza del Castillo, abrió sus puertas en 1888 y fue el primer establecimiento que tuvo luz eléctrica en Pamplona. Por dentro es precioso, con su decoración que recuerda la Belle Époque. Parece como si estuvieras en algún café en París.
Al lado del salón principal, está el área del bar al que llaman ‘El Rincón de Hemingway’ donde te recibe una escultura de bronce del escritor estadounidense. Con lo acogedor que resulta estar ahí, es fácil imaginárselo adentrándose en la cultura navarra, tomando un trago (o varios) y acumulando ideas para sus novelas.
Como su novela se desarrolla durante las fiestas de San Fermín, si no viajas para esta celebración, al menos tienes que ver la famosa plaza de toros. Donde por cierto en diciembre ponen un mercado navideño muy lindo.
También puedes encontrar un monumento muy grande dedicado a El Encierro, actividad principal en los Sanfermines, que conlleva todo un ritual, desde que los mozos cantan frente a la imagen de San Fermín y a las 8 de la mañana, se abre el corral donde están los toros, que salen corriendo rumbo a la plaza de toros, donde termina El Encierro. Es difícil imaginar a la gente y a los toros corriendo por esas calles tan estrechas.
Hay otros puntos mencionados en el libro que, o fueron inventados por el escritor, como el Hotel Montoya o ya cerraron sus puertas, como el Café Suizo. Pero en realidad en otras partes de España, como Andalucía y Madrid puedes seguir los rastros del Nobel de Literatura.
Punto y aparte de este ‘repaso turístico-literario’, Pamplona es fascinante, sus plazas, sus calles empedradas, sus iglesias, su arquitectura, todo es muy bello. Me encantaron sus bares llenos de vida y sobre todo su gastronomía, que no puede ir mejor acompañada que con los vinos excelentes que se producen en Navarra. ¡Qué bien se come allá!
¿Se nota que me encanta España?
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