Cuando viajas seguramente lo último que quieres visitar es un cementerio, a menos que te encuentres en Buenos Aires y tengas la oportunidad de pasar horas caminando entre bóvedas y mausoleos, admirando la belleza arquitectónica en el cementerio de la Recoleta.
El cementerio, que está ubicado en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, fue construido en 1822 y qué tan bello será, que 90 de sus bóvedas han sido declaradas Monumento Histórico Nacional. En él descansan muchos personajes famosos como presidentes, premios Nobel, escritores, actores, deportistas y políticos. Pero probablemente uno de los mausoleos más visitados sea el de Eva Perón.
Obviamente un buen descanso eterno tiene su precio. Tener una bóveda ahí puede costar entre 20,000 a 500,000 dólares, claro está que todo depende del espacio, el diseño, la ubicación, etc. Me imagino que también influye a quién tengas de vecino. Un artículo del Clarín del 2011 dice que la bóveda de al lado de Evita estaba en venta por 250,000 dólares ¿te imaginas pagar esa cantidad? (Yo no podría descansar en paz…)
Pero además de las joyas arquitectónicas, algunas adornadas con mármol o con esculturas impactantes, también encuentras aquellas bóvedas que encierran historias o leyendas famosas.
Te invito a conocer este cementerio en este recorrido fotográfico:
El mausoleo de Eva Perón es uno de los más visitados hoy en día, pero cabe recordar que la pobre Evita tardó un par de décadas en poder descansar en paz. Al morir en 1955, su cadáver embalsamado fue secuestrado, tras el golpe de estado, lo mantuvieron oculto por muchos años en los lugares menos esperados como una camioneta, una oficina (hasta se cree que lo llegaron a tener de pie) y después fue sepultado de manera clandestina en Italia, donde pasó muchos años bajo otra identidad. Su odisea pasó también por el regreso del cuerpo a su viudo que estaba exiliado en España. Tras repatriar el cuerpo a Argentina y después de pasar un tiempo en Los Olivos, finalmente fue llevado en octubre de 1976 al mausoleo de la familia Duarte en la Recoleta. Dicen que su tumba está muy bien enterrada y súper protegida.
Uno que me llamó mucho la atención, sobre todo por su historia, fue el mausoleo de Liliana Crociati de Szaszak. Ella murió durante su luna de miel en Innsbruck, Austria, cuando dormía con su esposo en el cuarto de su hotel y una avalancha los sepultó, él fue rescatado a los pocos minutos, pero a ella tardaron más en encontrarla. Aunque lograron sacarla, falleció al poco tiempo. Sus padres mandaron hacer el mausoleo y una bella escultura de su hija con su vestido de novia, con el que fue sepultada, la acompaña una escultura de su perro Sabú. También hay una placa con un poema escrito por su padre.
Esta es la impresionante bóveda del médico y bioquímico Federico R. Leloir, ganador del Premio Nobel de Química en 1970 por su investigación en el papel que juegan los nucleótidos de azúcar en la fabricación de hidratos de carbono.
El lugar donde descansa el aristócrata porteño Mariano Unzué y su familia es parecido a un templo romano.
El mausoleo de la izquierda pertenece al político Bernardo de Irigoyen, quien también fue diplomático y gobernador de la provincia de Buenos Aires.
El siguiente sepulcro también es muy popular por su historia o leyenda. Se dice que la joven Rufina Cambaceres, hija de un escritor argentino, sufrió un ataque de catalepsia y fue enterrada viva. Hay varias versiones, una que el funeral fue en domingo y dejaron su ataúd en el cementerio, al día siguiente la encontraron agarrada a una reja, muerta. En otra versión dicen que el señor que cuidaba el cementerio encontró varios días después la tumba abierta y avisó a su familia. Obviamente no faltan las versiones de una mujer que pasea entre los mausoleos. También escuché y leí distintas en torno al momento de su muerte, una dice que el día que murió iba a la ópera y otra versión asegura que le dio el ataque en el que la creyeron muerta, el día de su fiesta de cumpleaños. Cualquiera que haya sido la versión real de la tragedia, vale la pena visitarla y apreciar cada detalle de su sepulcro.
En medio se levanta un monumento a Francisco Javier Muñiz, médico, científico y paleontólogo naturalista argentino. Murió cuando una epidemia de Fiebre Amarilla azotó la ciudad de Buenos Aires dejando miles de muertos. Al ayudar, terminó contrayendo la fiebre que le costó la vida.
Tumba de Pedro Eugenio Aramburu, él fue presidente de facto tras el golpe de estado al gobierno de Juan Domingo Perón. En 1970 fue secuestrado, enjuiciado y asesinado por el grupo Montoneros. Este mismo grupo intentó presionar con la entrega del cadáver de Aramburu, a cambio del de Eva Perón, que llevaba años desaparecido.
Otros mausoleos que me llamaron la atención por su belleza…
Si visitas la capital argentina, no dejes de ir a conocer este cementerio, te aconsejo tomar la visita guiada, porque hay tantas historias interesantes, que vale la pena pasar horas escuchándolas. Ah y eso sí, piérdete en sus calles porque es enorme y sobre todo ideal para aquellos que les gusta la fotografía.