Al ser de México crecí acostumbrada a que muchos de los viajes familiares o escolares incluyeran visitar algún sitio arqueológico. Mi primera experiencia fue Paquimé en Chihuahua, después Teotihuacan y así fui visitando muchas zonas arqueológicas en mi país y en el mundo. Tikal, en la región de Petén, Guatemala, siempre había estado en mi lista de “lugares por visitar”, pero lo veía como un lugar casi imposible, hasta hace poco.
Había escuchado y leído muchas historias sobre la inseguridad en Guatemala que me hacían dudar en viajar a ese país, yo sé que suena irónico siendo originaria de Ciudad Juárez, pero siempre he sido bastante nerviosa. Sin embargo en esta ocasión se nos presentaba una oportunidad que no podíamos desaprovechar.
Mi esposo Patrick y yo estábamos de viaje en Belice y por su cercanía con Guatemala, vimos que ofrecían muchos tours a Tikal, decidimos que era nuestra oportunidad de tomar uno de esos tours de un día y así lo hicimos.
Manejamos a San Ignacio, Belice y ahí contratamos un viaje con la agencia Pacz Tours. Por 145 dólares (por persona) te llevan a Tikal con todo y visita guiada. Claro que como en todo tour, también incluye comida en uno de esos lugares turísticos donde puedes comprar souvenirs. Pero el recorrido en general lo hacen muy interesante, no se puede viajar a esos lugares llenos de historia, sin que algún experto te explique la razón de cada templo, de cada piedra, la relación con la naturaleza, entre muchas otras cosas, sobre todo tratándose de la cultura maya.
Empezamos la visita viendo un árbol de Ceiba impresionante, el árbol nacional de Guatemala, que según nos dijo nuestro guía tendría unos 200 años. Para los mayas, era un árbol sagrado, ya que ahí se encontraba explicado cómo estaba constituido el universo. Había un Mundo Superior (con 13 cielos), el Medio (donde se cultiva el maíz, donde vivimos) y el Inferior (que lleva al inframundo).
Como la zona arqueológica está en plena selva, puedes ver muchos animales, como aves (con suerte tucanes), monos, víboras y por supuesto no pueden faltar las ¡tarántulas! Los mismos trabajadores de ahí avisan a los guías cuando encuentran algo para que se los muestre a los viajeros.
Después de caminar algunos kilómetros -yo ya muerta de calor y ansiosa por ver el edificio más famoso, el del Gran Jaguar-, llegamos a la zona arqueológica la cual es impresionante y enorme, de hecho todo el parque nacional tiene una extensión de 576 km cuadrados. Ese es el punto malo de ir en un tour, que tienes el tiempo limitado para ver los templos, palacios y plazas públicas en solo unas horas.
La Plaza Mayor es preciosa, ahí se alza imponente el Templo del Gran Jaguar (Templo I), que mide unos 45 metros de altura y fue construido sobre una pirámide en el año 700 d.C. Los mayas lo consideraban como una puerta al Inframundo y ahí fue enterrado el famoso gobernante de Tikal conocido como Ah Cacao.
Para obtener vista panorámica de la plaza y de los otros edificios, incluyendo el Templo I, te recomiendo subir al Templo II o de las Máscaras, que está frente al del Gran Jaguar. Para mayor protección del visitante y de los templos, han construido unas escaleras de madera en la parte posterior del edificio, donde es más fácil y seguro subir. Después, si tienes tiempo, hay que subir al Acrópolis Norte y al Acrópolis Central.
Cabe destacar que frente a algunos templos vimos las piedras donde según nuestro guía, se hacían sacrificios, por cierto, no sé por qué no las tienen protegidas, nunca falta el irrespetuoso que se sube, se recarga o el que va tocando todo.
Como Tikal llegó a tener importantes relaciones comerciales, inclusive con Teotihuacan, también hay pirámides parecidas a las del Sol y la Luna.
Al finalizar subimos al Templo IV o Templo de la Serpiente Bicéfala, el más alto de Tikal con 70 metros de altura. Ahí también las autoridades construyeron escaleras de madera para facilitar el acceso al turista a la cima del templo y contemplar desde arriba, como sobresalen las cumbres de los majestuosos templos rodeados por la selva.
Por el momento me quedo con la satisfacción de quitar de mi lista de “lugares por conocer” a Tikal, pero sin duda agregaré Guatemala dentro de los países que tengo que recorrer en algún momento de mi vida. En pocas palabras cumplí un sueño y ya empecé a soñar en otro: regresar a Guatemala.