Imagínate pasar 12 años de tu vida viajando por los cinco continentes en una bicicleta. Esa es la historia del argentino Pablo García, quien hasta ahora lleva 127,000 kilómetros recorridos y 82 países, pero aún le faltan 2 años y medio para completar su sueño.
Pablo recorre 100 kilómetros al día y su estancia en cada lugar depende de la belleza, el costo de vida y si se puede trabajar ahí.
Acompañado de su bicicleta llena de banderitas, unos prendedores muy lindos de muñequitas que le envían de Brasil y lo más importante, su documental, se para en la 5ta. Avenida de Playa del Carmen para vender sus productos. Ahí fue donde me contó su historia.
¿Qué hacías antes de lanzarte a ver el mundo? ¿Cómo tomaste esa decisión?
Antes de empezar el viaje vivía en Brasil y ahí tenía una agencia de turismo, estudié para guía también. Junto con otros dos argentinos montamos una agencia y trabajamos con turismo argentino en una época, hay mucho turismo argentino en el norte de Brasil y estuve casi cinco años viviendo ahí.
Un día me cansé y dije ‘si no salgo nunca de acá, no me voy a ir nunca más’. Porque cada vez eran más responsabilidades, más obligaciones y dije ‘no hay nada que me ate más que mi trabajo…quiero viajar’. En esa época tenía 25 años, no me conformaba con poco, quería viajar por todo el mundo y me preguntaba cómo sería Mongolia, China, Vietnam.
Pensé cómo podría hacer un viaje diferente, involucrar tu cuerpo y tu alma y bueno ahí pensé que la bicicleta era eso, que me permitía llegar a lugares más adentro, no en una manera convencional y la gente te recibe de otra manera. Aparte la bici te da libertad porque podés llevar todo lo que necesitás, podés detenerte e irte cuando tu quieras. Pensé que con la bici iba a ser una buena manera de viajar.
¿Qué empacas en una mochila para recorrer el mundo en una bici?
Para mí lo más importante es la tienda de campaña y la estufa para cocinar porque con eso puedo dormir en cualquier lado y comer.
Debe ser muy difícil desprenderte de tus cosas, ese momento de desapego
Y si, no tuve muchas cosas, obviamente que si dejás la casa y te vas a viajar llevas lo justo, porque lo tenés que cargar.
Cómo decidiste que fueran tantos años, cómo te mantienes económicamente
Sucedió accidentalmente. Yo dije que me iba a ir y pensaba que iba a dar la vuelta al mundo en dos años y medio, esa fue mi idea, pero claramente no tenía ni idea de lo que estaba pensando hacer y aparte que después me quedé sin patrocinadores y empecé a contactar empresas a lo largo de mi viaje, eso me sucedió en África y a lo largo de África comencé a contactar empresas y conseguí, pero me llevaba tiempo a veces.
Salí con empresas argentinas, pero después ya no tenía nada de las empresas argentinas, por una crisis del 2001, el famoso corralito. Yo había salido antes del corralito, pero luego que salí perdí los patrocinadores argentinos y empecé a contactar empresas africanas y al cabo de dos años me fue bárbaro porque conseguí que me den dinero, en África.
Cómo llegabas con los empresarios, en qué idioma hablabas ¿Te recibían?
En las capitales, los empresarios siempre hablaban inglés, a veces llegaba con la bici y trataba de impactar, se me abrían las puertas y aprovechaba eso. Sino llamaba por teléfono y pedía entrevistas, pero era difícil porque yo no hablaba bien inglés en esa época, en el teléfono no me entendían y entendía menos yo, me resultaba más fácil cara a cara.
¿Dónde te hospedas cuando llegas a un lugar?
Depende, yo llegué aquí a Playa del Carmen con la idea de ir a un hostal, pero antes de ahí, me fui al Palacio Municipal, y pedí un permiso para trabajar aquí en la calle, ahí me hicieron hablar con diez personas más o menos hasta que conseguí el permiso. Ahí mismo me atendió la Secretaría de Deporte que me terminó invitando el alojamiento en un hotel gratis con pensión completa los tres primeros días. Buenísimo ha sido el recibimiento en Playa, sino contacto gente por Internet también. Hay sitios para viajeros con bicicleta y hay gente que recibe viajeros, a veces me hospedan así, sino me voy a hotel, al alojamiento más barato. Pero en la ruta por lo general acampo o voy al Departamento de Bomberos, aquí en Latinoamérica se puede viajar de esa manera, yendo al Departamento de Bomberos, a las iglesias, ellos te reciben, en otros países no.
¿Qué país ha sido el más difícil?
El primero, Sudáfrica. Yo salí de Buenos Aires después de organizar todo el viaje, me tomé un avión a Sudáfrica y habían pasado sólo siete años del Apartheid y yo venía de convivir con negros brasileños cinco años y de repente me encontré con que el negro sudafricano no era el mismo que el brasileño, que no había buena onda entre los blancos y los negros en ese país, fue lo que sentí todo el recorrido. Después cuando crucé la frontera de Mozambique para arriba, ya ellos comenzaron a sonreír a lo largo de África, a pesar de la pobreza que hay ahí.
¿Por qué decidiste empezar por África?
Yo pensé que si empezaba por África, si podía pedalear toda África, ya podía pedalear por el mundo, era como una prueba. Dije ‘si fracaso, si me quiebro en algún momento, me quiebro ya’. Aparte era lo exótico, para que me iba a poner pedalear por Europa.
En el transcurso de la entrevista se detenían turistas a leer el cartel donde promueve lo que hace, Pablo aprovechaba el momento para decirles que ha viajado durante 12 años. “It´s a long time!” exclama un turista, Pablo sonríe y me sigue contando “Lo primero que digo a la gente cuando se acerca es que son 12 años que estoy viajando, ahí es el asombro, porque es increíble, 12 años viajando en una bicicleta, a mí me cuesta creerlo. Pero ya te digo, no lo programé, sucedió”, relata con su aún marcado acento argentino.
El destino te llevó a eso
Mira si sabía que iba a ser así, no lo haría. No lo hubiese hecho sencillamente.
¿Hay momentos en los que has flaqueado, al borde de llorar, de decir ‘qué hice con mi vida’?
No, por ahí hubo momentos que sí que me quebré, pero nunca me pregunté qué hice con mi vida.
¿No te arrepientes?
No, acá llegué solito, no vale de nada arrepentirse. A lo sumo me digo ‘¿cómo voy a salir de ésta?’ Pero bueno, solito llegué, solito tengo que salir.
Hay momentos que por más que te preguntes, no encontrás la respuesta y te entregás a la misericordia de quien mande, sabés que solamente un milagro te puede salvar de ahí.
¿Cuál es la experiencia más fea que hayas tenido?
Hay varias, pero te puedo contar la de Irán, una vez buscando un lugar para acampar, vi una fogata a lo lejos de la ruta y me acerqué a la familia, que estaba alrededor de la fogata, y que yo vi de lejos, para pedirle para acampar. Pero resulta que a oscuras, por un camino de tierra, en silencio llegué y de repente irrumpí en la fogata y no era una familia, eran 8, 9 ó 10 tipos contando dinero, estaban haciendo tráfico. Se me tiraron la mitad de los tipos encima, la otra mitad escondió el dinero y me empezaron a hablar en farsi, yo no entendía nada, de forma agresiva.
Me había metido al lugar equivocado y por más que pensaba cómo iba a salir de ésta, estás entregado a lo que te dispone el destino, llámalo como quieras, no me tocaba. ¿Cómo salí de esa? Se me ocurrió agarrar la botella de agua que estaba vacía y pedirles agua. Fueron 15 minutos que me tuvieron ahí, debatiendo ellos qué iban a hacer conmigo.
¿Con qué momento te quedarías de todos estos años de viaje? Un momento fotográfico
Un recuerdo fotográfico en el lago de Malaui, que es el tercer lago más grande de África. Después de haber estado largo tiempo pedaleando por el interior de África, llegué a ese lago y tenía esos atardeceres que dices ‘esto lo paga todo’.
‘Lo que más te queda del viaje’, qué pregunta esa eh (dice sonriendo y se queda pensativo), la gente que conocés, sí.
¿Qué cultura es la más hospitalaria?
Los árabes. Te diría todo el mundo musulmán, los turcos no son árabes, ni los paquistaníes, ni los persas, por llamarlos así, pero igual los árabes junto con estos países que nombré, son bien hospitalarios, basta con llegar a una casa y golpear la puerta y con señas decirles ‘dormir, frío’ y estás adentro, es gente hospitalaria, lo dice el Corán para ellos, es gente de fe, religiosa, que ayuda al que necesite.
¿Ahora qué te impresiona después de haber visto el mundo?
Paisajes cada vez menos. Me impresiona ver como está el mundo, el haber viajado por todos estos países me permitió conocer un poco de historia, ver las realidades que por ahí otra gente o no la ve o no le toca experimentar.
¿Qué va a pasar cuando termines? ¿Cuál es tu siguiente reto?
Tal vez hacer más documentales, dar charlas motivacionales, hacer galerías de fotos, un libro.
Pablo García llegó a México a través de Tijuana, bajó a La Paz y cruzó a Mazatlán, de ahí a Guadalajara, Guanajuato, Veracruz, Villahermosa, Mérida, hasta la Riviera Maya y continuará pedaleando por más países los próximos dos años.
Para seguir el recorrido de Pablo, les recomiendo visitar su página y sus redes:
www.pedaleandoelglobo.com
Facebook
Twitter @pablobicycle
www.youtube.com/user/polobici
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